¿Te diste cuenta que nunca más hablamos de ex…?
“Ya no hay nadie que escriba cartas” se dijo…
El día es hoy. A las siete de la tarde se encontrarán en lo de Ferrarese. Como aquella vez…
María lo vio alejarse y comprobó lo mucho que había crecido su hijo. Hacía mucho que no se tomaba el pequeño tiempo que lleva mirar la espalda de su hijo
Sábado. Nueve de la noche. Saturada de parientes y amigos de ambas familias está la iglesia. Si fuese un recital o una obra de teatro, se diría que es un éxito total.
Me pinchó el globo que estaba inflando con la fama que yo mismo le endilgué. Me dejé arrastrar por la maldita manía que tenemos de dejarnos llevar por las apariencias y dar por sobreentendidas las suposiciones y las suspicacias.
Los hechos que en su momento pasaron desapercibidos toman cuerpo y peso. Tan solo por el hecho de tener enfrente a la acusada. Sentada en su propia silla, como si estuviera en el banquillo de los acusados.
Porque los mejores, los mejores quedaron allá en las casas bajas del barrio pueblerino. Los que con saña bien intencionada se colgaban de sus orejas religiosamente una vez al año.
Augusto se hizo un hueco en sus obligaciones para reunirse con los amigos de la infancia. Se encontraron los cinco en la Plaza Central del barrio. Como en los tiempos de la niñez.
¿Es una película de alguna manera indigna de estar en los Oscars por el hecho de que los espectadores la hayan visto en sus casas?
Lobos Magazine