A 30 años de la muerte de Bukowski, el escritor “maldito” que no dejó indiferente a nadie
El singular poeta rebelde, que dejó el primer plano d estar vivo hace tres décadas, representó a los desclasados, marginales y alcohólicos, e hizo pedazos lo que supone el llamado “sueño americano”
Hace 30 años, en San Pedro, California, falleció uno de los escritores más contestatarios de la literatura contemporánea. Charles Bukowski enfocó su pluma filosa en describir la miseria humana. Dejó textos memorables, regados en alcohol, que hablan de sexo, mujeres, prostitución, indigencia y soledad, con tramas protagonizadas por pordioseros, disconformes, borrachos, apostadores, mujeriegos, misántropos y viciosos.
Hijo de un militar estadounidense miembro de las tropas asentadas en Europa, Charles había nacido en Andernach (Alemania) el 16 de agosto de 1920. Después de la Primera Guerra Mundial, con sólo 2 años, su familia se trasladó a Los Ángeles, donde al terminar la educación media se escapó de su casa materna para vagabundear. Pronto se hizo adicto al alcohol y eso guió su vida hacia un costado extravagante y errático.
El escritor se desempeñó en varios oficios, pero el más trascendente fue el de administrador del servicio de correos, trabajo que desempeñó durante más de una década. Eso inspiró sus dos primeros libros de narrativa: Cartero (1971) y Factótum (1975). Después vendría una aventurada crónica en ejercicio de variadas labores cuyo estipendio lo destinó a apostar en carreras de caballos, sin dejar de escribir la podredumbre de la sociedad estadounidense en su vieja máquina Underwood.
Fue el “último escritor maldito de la literatura estadounidense”, según las reseñas literarias. Pero eso es apenas un slogan que dice poco de un narrador que desarrolló un estilo procaz, un exhibicionista literario que se volcó a historias de modo pretensioso, vulgar y descarnado.
Los adolescentes van en busca de sus libros para regodearse en las rondas de unas perturbadoras historias obscenas. Pero nunca deletrean el asonante y lírico resplandor del secreto erótico de sus relatos y novelas.
Chinaski, su alter ego, hombre turbado, enigmático y esquivo es uno de los personajes más convincentes de la narrativa contemporánea.
Canciones, alcohol y mujeres son los ejes de obras como La senda del perdedor, las referidas Cartero y Factótum, Hollywood (1989) y Se busca mujer (1973), entre otras.
Tan incomprendido como admirado (también odiado, ¿por qué no?) nunca dejó indiferente a nadie. Fue un hombre posiblemente atormentado con su difícil relación con el mundo en general, desde temprana edad. Ejemplo de ello es La senda del perdedor (1982), en la que explica, con su habitual lenguaje directo, las complicadas situaciones que hubo de pasar tanto en su casa como en la escuela durante su etapa de adolescente.
Bukowski murió en San Pedro, cerca de Los Ángeles, por culpa de la leucemia, el 9 de marzo de 1994, a los 73 años, poco después de terminar su última novela, titulada Pulp. El poeta maldito dijo adiós y alcanzó una trascendencia que lo convirtió en un autor de masas.
Un escritor maldito han dicho que fue y lo aceptaba con gusto. “Disfruto las cosas malas que se dicen sobre mí. Aumenta la venta de libros y me hace sentir malvado. No me gusta sentirme bien porque soy bueno. ¿Pero malo? Sí. Me da otra dimensión. Me gusta ser atacado. “¡Bukowski es desagradable!” Eso me hace reír, me gusta. “¡Es un escritor desastroso! Sonrío más. Me alimento de eso. Pero cuando un tipo me dice que dan un texto mío como material de lectura en una universidad, me quedo boquiabierto. No sé, me aterra ser demasiado aceptado, siento que hice algo mal”, sostenía el cronista certero de todo lo que se movía en los márgenes del sistema, quien bebió y escribió hasta el final de sus días, un 9 de marzo de 1994.
Por ello quiero finalizar recordando el último párrafo de su poema ¿Así que quieres ser escritor?: “…cuando sea verdaderamente el momento, y si has sido elegido, sucederá por sí solo y seguirá sucediendo hasta que mueras o hasta que muera en ti. No hay otro camino y nunca lo hubo.”
Así que quieres ser escritor?
Charles Bukowsky
Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo,
no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
ó clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama,
no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leerlo a tu esposa
ó a tu novia ó a tu novio
ó a tus padres ó a cualquiera,
no estás preparado.
No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos.
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
ó hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.
Cualquiera que haya leído a Bukowski (y es esto también una sugerencia a conocerlo) identifica su influencia en estos versos escritos por Fito Páez en 1988: “Pasábamos todo el día tirados en la cama, el tiempo maldita daga, lamiéndonos los pies. Brillaba, era una perla, y nunca hacía nada. Después dijo que me amaba y se hundió la Gillette. Sangró, sangró, sangró, y se reía como loca. No he visto luz ni fuerza viva tan poderosa. De todas ellas, ella fue mi frase más hermosa, todo su cuerpo con espinas y a mí me siguen las moscas”
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