Las redes sociales no nos embrutecen. Nos embrutecemos nosotros porque así lo decidimos.
La no distinción entre lo público y lo privado empobrece la vida, banaliza los sentimientos y mercantiliza las emociones.
Las cosas son como son: la libertad es la libertad, no la igualdad, ni la equidad, ni la justicia, ni la cultura, ni la felicidad humana o la paz de la mente.
Los "NPC" progre-distas, esos autómatas que solo repiten frases hechas
La Gran Guerra produjo cambios revolucionarios a nivel político y fue la antesala de la II Guerra Mundial, que fue aún más desvastadora.
Representó para muchos el triunfo de la Revolución pacífica en la RDA
Cuando la moral mide los actos en función de la pura necesidad y no de la capacidad para superarla, convertimos la mediocridad en meta a conseguir y a todo productor en huésped a parasitar.
Desde hace tiempo se vienen sucediendo polémicas en torno a los cánones de belleza y lo que es políticamente correcto.
El derecho de los padres a criar a sus hijos de acuerdo con sus valores muchas veces es negado y descripto como una forma de adoctrinamiento por parte de profesionales entrometidos.
Nos enfrentamos a un nuevo y temible totalitarismo que ha trascendido las tradicionales fronteras ideológicas. Donde se apela a las emociones y no a la razón; a los delirios y no a la sensatez.
Lobos Magazine