Cuando los proyectos personales, los sueños y los anhelos de cada habitante están tan gigantescamente supeditados a un incidente político significa que se ha confirmado el catastrófico fracaso como comunidad
“Mejor malo conocido, que conocido y más malo aún…”
Oposición y oficialismo ponen al país frente a una retorcida encrucijada demostrando, una vez más, sus cuestionables valores morales. Tomando por idiotas a los ciudadanos, utilizándolos ahora como parte de experimento demasiado cruel.
El populismo es un experimento político, en el que un partido político, un movimiento social o un líder carismático pretende alzarse con el poder, a través de medios legales y democráticos. Es más un proceso político que una plasmación institucional.
Si la inteligencia del hombre fuese de verdad lo que la palabra indica, capacidad de entender, habría inmediatamente entendido todo y estaría sin ningún problema, sin faena penosa por delante.
Muchos partidarios del oficialismo, pero también de la oposición, creen que todas las cartas ya están sobre la mesa, que nada más se puede hacer al respecto y que, por lo tanto, lo que viene es absolutamente irreversible.
Un debate vacío y políticas elocuentemente ineficaces. Impericia para combatir la pobreza.
El "pueblo" no tiene tiempo para esperar: las urgencias le acosan, las ilusiones le marean y el facilismo obra como consejero final al momento de votar.
El análisis de la situación económica es honesto y legítimo si es integral y se compara con los diferentes contextos. Siempre una situación se compara con otra. No es un término absoluto.
Falsamente feminista, el lenguaje inclusivo no busca proteger a las mujeres sino a los lobbies: los políticos, los burócratas, los sindicatos y múltiples grupos de presión que viven, también, del cuento.
Lobos Magazine