Los impactos innegables de la “protección del clima” quedan escondidos tras los grandilocuentes sermones que escuchamos y escucharemos estos días.
Los bancos centrales tienen un poder potencialmente tremendo. Si se les deja sueltos, pueden controlar toda la economía y la sociedad.
Resulta a todas luces penoso que se trate a las mujeres como a personas aquejadas de algún tipo de discapacidad con la excusa de querer promocionar la igualdad.
Los Estados, siguen con el confinamiento como medida central. Cubriendo sus falencias para no ser condenados por la “opinión publicada”, generadora de terror en la opinión pública y enormes ganancias en las grandes firmas farmacéuticas.
Es necesario convertir al pueblo en una masa voluntariosa de siervos, con todos los derechos sobre el papel, pero incapaces de reclamarlos como suyos.
Si en el siglo XX se ha incrementado la riqueza general y la clase media, la voracidad recaudadora del gobierno, de los gobiernos, ha multiplicado sus excusas para apropiarse de ella.
Una moral que reclama el sacrificio individual, es también una moral que exige la productividad individual. Sólo se puede regalar lo que ya se ha producido y es propio.
La incidencia del virus hace que las relaciones sociales, que son también económicas, se cercenen. Sólo por lo que llamamos distanciamiento social, la economía estaría sumida ya en una gran crisis.
La reactancia social está alcanzando cotas propias de un gran conflicto, en España y América, en Europa y los Estados Unidos.
La ineptitud de la OMS convirtió un brote viral en una pandemia
Lobos Magazine