Los medios viven de la agitación, de convertir a las personas en masas divididas, a favor o en contra, de conseguir visitas a través de titulares con gancho
Los Medios y la agitación
Como nunca antes en la historia de la humanidad podemos decir que no habíamos tenido tantas herramientas de comunicación y con las infinitas casi, variantes de recibir información o emitirla.
Y como no hay aprendizaje sin error, ni tampoco acierto sin duda. Y en éste, nuestro mundo, hemos dado por sentadas muchas cosas, demasiadas tal vez. Y así nos está yendo; ideologías y eslóganes fáciles, prejuicios y juicios sumarios, procesos casi kafkianos a cualquier presunto disidente de las distintas FE de moda, los ostracismos, el vacío, a quién sostenga una duda, un “pero” de duda razonable a cualquier aseveración aprobada por mayorías porque sí (que no indudablemente probada), convierten el mundo en el que vivimos en un santuario de la pereza cognitiva y en un infierno para todos, y esto muy en especial para los que tratan de comprender cabalmente que es lo que realmente está sucediendo, sucediendo a todos.
Y es así que por estos días, y en la gran excepcionalidad de la situación mundial, vemos en nuestro país una gran, inmensa mayoría de “desinformadores” manipuladores, se supone que con la mera intención ignorante-mediática de rating de sus pobres “talk shows”, de sus muestras disfrazadas de periodismo. Y de supuestas actividades de propaganda disfrazadas de periodismo.
No es ningún descubrimiento decir que las falsas noticias son tan antiguas como la historia de la humanidad, no son un invento de los medios, ni de las redes sociales, aunque éstos amplifiquen sus efectos y consecuencias. Y es que la historia de la desinformación es muy antigua, habría que recordar como los pasquines fueron el soporte habitual para difundir noticias ingratas, no deseadas y frecuentemente falsas sobre determinados personajes públicos – y aun hoy -. Y que también transitaron los llamados “hombres del párrafo”, que se enteraban de los chismes, dimes y diretes en los cafés - y aun hoy - los escribían en un trozo de papel, y dejaban en una estantería o banco para que otros lo encontraran o los llevaran a los impresores del momento, que hacían las veces de editores, donde cualquier hueco era apto para colocar el contenido, sin importar qué – y aun hoy -. De muy lejos, desde las remotas cavernas de los sucesos hemos llegado a la prensa tradicional, a sus shows televisivos que mutan y se prologan en una indefinida e infinita modalidad de formatos, visuales, escritos o cualquier otra modalidad.
El famoso escritor y novelista británico George Orwell ha escrito que el periodismo consiste en publicar noticias que incomodan a quienes preferirían que no se publicasen; y lo contrario a esto, decía el genial escritor inglés, son puras relaciones públicas. En esta frase se sintetiza una de las características esenciales que debe atesorar todo pretendido buen periodista: la independencia. Es muy común ver como en buena parte de la prensa se confunde línea editorial, independencia y espíritu crítico.
Es muy claramente visible ver hoy, como la inmensa mayoría de la clase política, prensa, medios, intelectuales y buena parte de la sociedad se pliega a la tiranía políticamente correcta y a sus instrumentos para dominar a esa sociedad: la manipulación, el miedo al ostracismo o mediante la culpa colectiva.
¿No es tiempo ya de un cambio, de decir basta, tiempo en que prevalezca la sensatez, la libertad y la responsabilidad? ¿Es posible? Es fundamental esto de un cambio, porque de irresponsables mediáticos se trata, de baratismo informativo, ocultos en la pátina periodística.
Si se tiene una sociedad desinformada, se socavan los cimientos de las instituciones, se distorsiona su legado, su historia y su tradición, y se ensombrece su futuro. Y así, los hechos, el conocimiento científico, la razón, se sustituyen por los rumores, el encargo de dossiers para el adversario político, de un lado o de otro, las comisiones pagadas para chantajear al contrario, las comisiones pagadas por ensalzar al de turno, lo que deriva con facilidad en una espiral y rulos de conspiraciones que facilitan la crispación y los reclamos sin coherencia.
Es muy claro, muy preciso, aunque no se quiera ver ni asumir, que cualquier libertad, también la libertad de expresión, tiene unas consecuencias y unas responsabilidades, un techo de cristal y que son los derechos fundamentales del individuo. Y tener muy en cuenta que quien te dice que puedes ser libre sin ser responsable, ese te quiere esclavo. Porque la libertad de expresión no puede ni debe enfrentarse a la libertad de información, derechos y deberes forman parte de una convivencia que garantiza la libertad como algo recíproco, la suma cero no vale, el beneficio debe ser común.
Pero, en la medida que los medios de comunicación traten a su público como simples clientes, serán enemigos de la información, pero el derecho de informar exige el deber de querer estar informado, y esto de ninguna manera es gratis. Los ciudadanos informados, son ciudadanos exigentes, que identifican y descartan a los políticos incompetentes, identifican y desechan a sus élites mediocres con sus propuestas y programas más o menos velados de ingeniería del comportamiento y del bienestar.
Y tendremos una sociedad civil que será consistente y eficiente en la medida en que no permita que la política decida la justicia, la salud, la cultura, ni la vida de cada ciudadano en su libertad y su responsable autonomía. Porque si suponemos que una democracia por imperfecta que sea se fundamenta en la toma de decisiones de un electorado desinformado, que no ejerce una libertad con responsabilidad, los resultados son los que tenemos desde incontables décadas ya. Y es que en cierto modo, todo empieza y acaba con la educación, que es sin duda, gran parte de la respuesta.
UNA SOCIEDAD DESINFORMADA SOCAVA LOS CIMIENTOS DE LAS INSTITUCIONES, DISTORSIONA SU LEGADO, SU HISTORIA Y SU TRADICIÓN, ENSOMBRECE SU FUTURO.
Que el Periodismo valga la pena
Acaso la palabra vendida por un sueldo
Habría que saberlo
habría que saberlo
Habría que pensar
habría que pensar
habría que pensar sin miedo…
LobosMagazine LM™ 2020
EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN
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