El viejo la mira a los ojos ...y susurra tan solo dos palabras: "Hasta mañana" ... y ya espera el "Buenos días"
La vida en cuatro palabras
Hasta Mañana y Buenos Días
Por Pepe Juliá
En el living la vieja lo aguardaba con el mate recién hecho y espumante. A eso de las seis y veinte, rompiendo el silencio apelmazado de la casa, se escucha el rechinar de la puerta de entrada, los agobiados pasos del viejo, el repetido quejido de la puerta al desandar el recorrido hasta cerrarse y el cuchicheo de las llaves ahorcándose en el llavero de madera colgado en la pared.
Con un ademán controlado el viejo da el presente y la vieja con una mueca de sonrisa desganada, como cayéndose de su arrugada cara, aprueba el regreso y sin decir palabra, arquea las cejas dándole a entender que el arreglo de la puerta lo debería haber hecho hace ya mucho tiempo. Más precisamente algunos años atrás, cuando las vetustas bisagras de bronce se convirtieron en alcahuetas de todas las salidas y todas las entradas de la casa.
El hombre se dirige al baño a lavarse las manos y el silbido aturdidor de la llave de agua fría le anuncia a la doña que cuando reaparezca el silencio, con el próximo mate se duplicará la ronda.
Vuelve el viejo y se sienta en el sillón de enfrente. La confundida mesa ratona no sabe si ella es la que los separa o los une. En la radio, clavado el dial en una emisora tanguera un clásico lastimero de Cátulo Castillo le da el marco apropiado a esa escena con mil ensayos y ninguna mejora en las actuaciones. El trámite matero tiene su tiempo estipulado y una vez cumplido, los dos se incorporan y se ayudan a llevar todo a la cocina. Él se encarga de limpiar el mate y la bombilla. Ella de guardar lo demás. Ahora una milonga armoniosa atenúa el descendiente ritmo existencial que acompaña la penumbra cada vez más visible en esta tarde de invierno. Que no difiere de las demás tardes de las otras estaciones, salvo en sutiles detalles de ambientación o vestimentas.
La ceremonia de bañarse, primero ella, después él, se concreta con estudiada parsimonia. Él nunca renegó de tener que secar el baño. Lo toma como una tarea hogareña de las tantas que comparten.
Apagada la radio, ahora gobierna el ámbito la estridente e impostada voz del periodista del noticiero, que desde el desactualizado televisor, da la última información haciendo mención a la muerte de unos cuantos en un atentado en una capital lejana. Esa es la atención que le presta el viejo a las noticias. No le interesan los detalles. Dan los datos del tiempo y chau noticiero. Parado frente al aparato escucha la cortina musical de la telenovela. El ruido de platos, copas y cubiertos en viaje a la mesa lo hace correrse a un lado y atento despliega el mantel doblado que está sobre el respaldo de una silla. La cena, ñoquis con salsa rosa, como todos los miércoles, tiene dos comensales. Pero son muchos más los que comparten la mesa. Hay que contar a los protagonistas del culebrón de turno que desgranan sus conflictos y amoríos explícitos, sin pedir permiso. El viejo mostrando la botella de vino intenta volver a llenar la copa de la vieja y ella extendiendo la palma de su mano le insinúa un no. Desobedeciéndola él, pícaro, vierte un poco y sonríe. Ella acompaña la travesura y le devuelve el gesto. La sobremesa siempre es breve. Se turnan para lavar y secar los platos. La edad los empuja cada vez más temprano al sueño.
Ya en la cama, el viejo la mira a los ojos y susurra tan solo dos palabras: “Hasta mañana”. La vieja con una sonrisa vencida le acaricia la cara. Él sabe que mañana, después de siete horas de ronquidos mutuos y el desestabilizador sonido del reloj despertador, cuando escuche el ruido de la puerta del dormitorio, que por culpa de la humedad tiene dos talles más grande que el marco, ella tan solo le soplará dos palabras: “Buenos días” y todo volverá a comenzar.
José Pepe Juliá
Los Cuentos de Pepe 2018
"Como si entendiera, lo que somos y seremos,
lo que nos mantiene unidos, cada vez más indefensos.
Cada vez más secos... Cada vez vamos más lejos
Hasta deshacernos, como témpanos de hielo..."
lobosmag.com 2018