El artista, que padecía Alzheimer desde 2016, ha fallecido este viernes en Nueva York a los 96 años de edad.
Tony Bennett, el artista cuya devoción por las canciones estadounidenses clásicas y su habilidad para crear nuevos estándares como I Left My Heart In San Francisco adornaron una carrera de décadas que le trajo admiradores desde Frank Sinatra hasta Lady Gaga, murió el viernes. Tenía 96 años, y estaba a solo dos semanas de celebrar un nuevo cumpleaños.
La publicista Sylvia Weiner confirmó la muerte de Bennett a la agencia AP y dijo que murió en su ciudad natal de Nueva York. No había una causa específica, pero a Bennett le habían diagnosticado la enfermedad de Alzheimer en 2016.
El último de los grandes cantantes de salón
Bennett, el último de los grandes cantantes de salón de mediados del siglo XX, solía decir que su ambición de toda la vida era crear “un catálogo de éxitos en lugar de discos de éxitos”. Lanzó más de 70 álbumes, lo que le valió 19 premios Grammy, todos menos dos logrados después de cumplir los 60 años, y disfrutó del afecto profundo y duradero de los fanáticos y otros artistas.
De orígenes italianos, Anthony Benedetto nació en Astoria, un barrio del distrito de Queens (Nueva York), en 1926. Perdió a su padre, un tendero que mantenía a cinco hijos, con tan solo diez años, y fue su madre quien sacó a la familia adelante a base de coser y coser. Influido por Mel Tormé, su admirado Bing Crosby y artistas de jazz como Louis Armstrong, su tío, un bailarín de claqué, le introdujo en el mundo del espectáculo. Le debió gustar porque encaminó su educación hacia las artes en un instituto donde además de música se aficionó a la pintura –tres de sus obras están expuestas en la colección permanente del Smithsonian–. Benedetto se formó como cantante en las bodas y celebraciones del barrio hasta que con dieciocho años recién cumplidos fue a combatir en Alemania durante la II Guerra Mundial.
A su regreso a Estados Unidos, continuó actuando hasta que fue descubierto por la actriz y cantante Pearl Bailey, a la que posteriormente telonearía. En uno de aquellos recitales, el actor Bob Hope se quedó tan sorprendido que se lo llevó de gira y le hizo el regalo de su vida al sugerirle que cambiase su nombre por el de Tony Bennett. Tras grabar 'Boulevard of Broken Dreams', su voz, con un fraseo perfecto y un magnético swing, llamó la atención de los cazatalentos de Columbia, que lo convirtieron en una estrella durante la década de los cincuenta y principios de los sesenta. A aquella etapa pertenecen éxitos como 'Because of you' o 'Blue Velvet'. Su éxito era tal que daba siete conciertos diarios, tenía su propio programa en la NBC, y el público no le daba la espalda cuando se acercaba a propuestas más jazzísticas y difíciles con discos como 'The Beat of My Heart', grabaciones con la orquesta de Count Basie o las aventuras junto al pianista Bill Evans.
Bennett no contó su propia historia cuando actuaba. A diferencia de su amigo y mentor Sinatra, interpretaría una canción en lugar de encarnarla. Si su canto y su vida pública carecían del gran dramatismo de Sinatra, Bennett apelaba con una manera fácil y cortés y una voz inusualmente rica y duradera: "Un tenor que canta como un barítono", se llamaba a sí mismo.
El declive y el resurgir
Sin embargo, a mediados de los sesenta, con la llegada de Los Beatles y la popularización del rock, su peso en la industria comenzó a decaer. Su decisión de no recurrir a éxitos del pop, a diferencia de cantantes como Pat Boone y Paul Anka, provocó su silencio discográfico durante buena parte de los setenta y los ochenta. Para entonces Bennett estaba tan enganchado a la cocaína que ni en sus mejores sueños podía imaginar la resurrección comercial que protagonizaría en los años posteriores. Sus intentos de adaptarse a las corrientes rock en los 70 habían acabado en naufragio: siempre volvía a los seguros casinos de Las Vegas, donde tenía a su público natural. El 'crooner' no solo se libró por los pelos de morir de sobredosis: Hacienda estuvo a punto de embargarle su casa de Los Ángeles.
El culpable de que resurgiera de sus cenizas fue su hijo Danny, que había fracasado con su hermano como músico. Bennett empezó a grabar discos de fuste, a aparecer en los programas estrella de la televisión y a hacer duetos con artistas que podrían ser sus nietos. Tras la muerte de su viejo amigo Frank Sinatra en 1998, que lo llegó a calificar como «el mejor cantante del mundo», quedó como la última gran estrella viva del 'show business' clásico, que en su proceso de adaptación a los nuevos tiempos podía criticar el belicismo de George W. Bush o hablar de sus problemas con las drogas.
Fue precisamente su hijo y representante quien anunció en 2021 que Bennett se retiraba. «No habrá más conciertos. Fue una decisión difícil para nosotros, ya que está en buenas condiciones», contaba entonces en 'Variety'. 50 millones de discos y 19 grammys después, el artista más veterano de la Columbia con standards como 'I Left My Heart In San Francisco' y 'The Shadow Of Your Smile' decía adiós apenas unos días después de llenar Radio City Music Hall junto a Gaga. La cantante se sumó en 2014 con el álbum 'Cheek to Cheek' a la pléyade de estrellas que ha grabado duetos con Bennett, entre las que se encuentran George Michael, Paul McCartney, Bono, Elton John, Diana Krall, Stevie Wonder, Mariah Carey, Amy Winehouse, Gloria Estefan y... Miguel Bosé.
“Disfruto entreteniendo a la audiencia, haciéndoles olvidar sus problemas”, dijo en 2006. “Creo que la gente... se conmueve si escucha algo que es sincero y honesto y tal vez tiene un poco de sentido del humor. Simplemente me gusta hacer que la gente se sienta bien cuando actúo”.
Bennett fue elogiado a menudo por sus compañeros, pero nunca de manera más significativa que por lo que dijo Sinatra en una entrevista de la revista Life en 1965: “Para mí, Tony Bennett es el mejor cantante en el negocio. Me excita cuando lo miro. Él me mueve. Es el cantante que transmite lo que el compositor tiene en mente, y probablemente un poco más”.
No solo sobrevivió al auge de la música rock, sino que aguantó tanto y tan bien que ganó nuevos seguidores y colaboradores, algunos lo suficientemente jóvenes como para ser sus nietos. En 2014, a los 88 años, Bennett rompió su propio récord como el artista vivo de mayor edad con un álbum número 1 en la lista Billboard 200 por Cheek to Cheek, su proyecto de duetos con Lady Gaga.
Tres años antes, encabezó las listas con Duets II, con estrellas contemporáneas como Gaga, Carrie Underwood y Amy Winehouse, en su última grabación de estudio. Su relación con Winehouse quedó plasmada en el documental nominado al Oscar "Amy", que mostraba a Bennett alentando pacientemente a la joven cantante inseguro a través de una interpretación de Body and Soul.
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EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN
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