Nos enfrentamos a una realidad dolorosa y decepcionante, sin dudas, pero es hora de entender y asumir esta sinrazón, porque de lo contrario este presente marasmo de cordura, de razonabilidad nos devorará como un monstruo
Argentina vive instalada, desde hace demasiado tiempo ya, montada sobre una cantidad de errores conceptuales, -por descuido o a propósito, todo puede ser- fragilidades morales, deterioros institucionales, éticos, divisiones lacerantes y políticas lesivas para el interés nacional, de los ciudadanos todos. Y todo esto nos permite, sin ánimo de catastrofismo o de no debido pesimismo, pero con absoluto realismo, afirmar y reafirmar que estamos siguiendo un rumbo profundamente equivocado, mentiroso y que si no le ponemos remedio en paz y sin divisiones tontas, emocionales de otro siglo, sin evolución, vamos directos al fracaso colectivo, como sociedad, como Nación y el desmantelamiento no casual de la tarea de la transición y la evolución negada desde hace ya 40 años, cuando está bien a la vista que la rectificación de este camino desviado por todos y más que nada por quienes aspiran siempre a la responsabilidad de gobernar el Estado, y haría de Argentina un país próspero realmente, en el progreso real no en el de los eslóganes fantasiosos, una Argentina segura, respetada y de éxito.
En la mañana de ayer lunes 7, la noticia en todo el país fue el asesinato, otro más, de un joven de nacionalidad venezolana de un disparo en la cabeza, en el barrio de Palermo en la Ciudad de Buenos Aires, cuando un delincuente le intentara robar su teléfono celular. En declaraciones a la prensa, y que vió todo el país un amigo de la víctima que salvo su vida milagrosamente en el hecho, contaba que vinieron a la Argentina huyendo del permanente peligro que sufrían en su Caracas natal, la capital de Venezuela, donde el peligro y el alerta eran las 24 horas del día, “pensábamos que aquí, en Argentina, estaríamos más tranquilos, pero o fue así” decía el sobreviviente. Así las cosas la noticia pasó a un segundo plano en minutos, desapareció de la visibilidad de los medios cerca del mediodía cuando otro episodio apareció monopolizando el debate público. Otra vez Rosario, un grupo de vecinos de Rosario saqueó y destruyó la casa de un supuesto narco, que habría sido el responsable de la muerte de un niño de 12 años el fin de semana pasado.
Desde la justicia de Rosario aseguran: “… se rompieron todos los códigos y se corrieron los límites” cuando tratan de explicar el desastre que vive la ciudad santafesina por estos días, en realidad desde hace años, muchos ya. Ayer lunes 6 de marzo Máximo Jerez fue alcanzado por un balazo en medio de un tiroteo entre bandas. Y dicen en Rosario que antes no pasaba, que estos grupos delictivos dirimían sus diferencias apartados de lo que podía generar una tragedia con inocentes, pero ya no hay código alguno, dicen desde esferas estatales. Y cada día es más, o se visibiliza más, cuando todo cruje, será porque todo cruje tal vez que se hacen más visibles. Y estamos con un panorama de asco, de degradación total y la Argentina sumergiéndose en ese asco, probablemente sin arreglo dice el desasosiego de una sociedad harta, resignada… ¿hasta cuándo…? Y más, aparte del niño asesinado, otros dos menores se encuentran luchando por sus vidas ya que también fueron alcanzados por las balas; uno con un balazo en la boca y una niña de dos años otro balazo en uno de sus brazos.
Todo lo que se ven en tiempo real en los medios pone en evidencia que los ciudadanos cuentan con mejor información que la policía ¿o las fuerzas de seguridad no tienen intención alguna de actuar? En la tarde de ayer lunes, ante la nula respuesta oficial, ante la sordera, ineptitud expresa o ex - profesa… tal vez, vecinos decidieron hacer justicia por mano propia, y salieron a la calle a linchar a “el salteño”, el narco del que todos hablan en ese barrio de Rosario, quien sería el autor de los disparos que acabaron con la vida de Máximo Jerez, y entonces ante ese intento de linchamiento, en el lugar ese, lo que sería eso que denominan “bunker”, lugar de producción y distribución de drogas, las fuerzas de seguridad detuvieron al sospechoso en medio de la furia de la gente. Minutos más tarde y ante las cámaras de los medios de comunicación de TV, saquearon el lugar, destruyendo todo y llevándose muebles, aparatos electrónicos y hasta un inodoro que destruían ante las cámaras de TV, de ese lugar, y obviamente las imágenes se repitieron y repiten hasta el hartazgo en redes sociales y canales de TV en Argentina.
Así las cosas, que no es nada nuevo, el desastre total de Argentina ya no se arregla con un gobierno ni con esta clase política dirigente. En el mejor de los casos una supuesta eventual gestión de la hoy facción opositora podría tal vez revertir el rumbo de la debacle en la economía, y que ya tiene harta a una inmensa parte de la ciudadanía. Pero de cualquier manera a esta altura el daño es estructural. Vemos como ejemplo visible, y no es el único, sólo es el más visible, la anarquía, la falta de institucionalidad en Rosario, que no solamente muestra que además de la avanzada del narcotráfico, las fuerzas de seguridad y la justicia pendulan entre la “complicidad” y la ineptitud. Y a todo esto y como si fuera poco, la degradación del tejido social necesitará décadas para la corrección del rumbo.
Y vamos a otro punto que confluye con la situación general. En la anterior gestión en la República, la gestión la facción de Juntos por el Cambio, que fracasó con estrépito desde lo económico al evitar las necesarias reformas estructurales, donde tal vez se intentaron hacer algunos avances en materia de seguridad… tal vez ¿…?. Y el posterior retorno de la otra facción el denominado Frente de Todos, con todo lo que tenemos a la vista estos días. Hoy la Argentina está mal muy mal peor que nunca se pude decir. Y entonces? evidentemente hacen falta y harán varias gestiones que se muevan en la dirección correcta, para soñar, pensar un cambio de rumbo para la Nación, sin esos odios y muestras de ignorancia casi tribales ya desde todas las facciones políticas (antes partidos políticos), sin esas conductas de la prebenda y el saqueo, que tiene en el bolsillo a toda una gran parte parasitaria de la sociedad, que va desde quienes no desean trabajar hasta una buena parte de “empresarios e industriales”, todos ellos, quienes se han mostrado y comportado muy hábilmente para retornar también en administraciones timoratas como fue la de Mauricio Macri por ejemplo, y para ejemplos más cercanos, todo está a la vista por estos días.
Y así las cosas, es muy claro y contundente que nadie puede criticar, aunque duela, a los jóvenes y no tan jóvenes que se van del país en busca de un futuro mejor, o supuesto futuro mejor tal vez, pero lo de afuera les da esperanza y lo de acá no, ¿muy triste no?. Lamentablemente Argentina no da muestras evidentes de un posible cambio de rumbo o una idea al menos de ese cambio, o algo en el corto plazo, hoy, el tiempo es hoy, porque no hay tiempo. Por el momento lo único que se ve en la opinión pública, en la gente en la calle es el hartazgo de todos los que nos han llevado al borde de un abismo permanente. Tal vez el resultado de las próximas elecciones muestren una luz de esperanza, pero por el momento no es más que eso, esperanza. Se parte del peor de los sitios en busca de esa esperanza.
Así las cosas, hemos de enfrentarnos a una realidad dolorosa y decepcionante, sin dudas, pero es hora de entender y asumir esta sinrazón, porque de lo contrario este presente marasmo de cordura, de razonabilidad nos devorará como un monstruo. Esta realidad y este marasmo no es otra cosa que el resultado de lo llevado por las dos fuerzas políticas de los últimos 40 años, de su no evolución e involución, hoy mimetizadas en nuevas facciones con nombres ingeniosos, pintorescos, marketineros, quienes han “desarrollado”, “gestionado” y “administrado” un modelo territorial, político, jurídico, económico, social y ético, diseñado por el orden constitucional puesto en marcha en 1983, no han sabido estar a la altura de su misión, han fallado sí flagrantemente, han antepuesto de manera sistemática sus intereses parciales y electorales con una lamentable visión de corto plazo, muy corto, al interés superior de la Nación. Ninguna delas facciones y sus derivados, son inocentes, nos han traído, unas veces por acción deliberada, otra por omisión dolosa, hasta este actual panorama que nos asedia y nos alarma cada día. Una Nación asaltada por fragmentadoras pulsiones centrífugas, endeudada hasta límites insostenibles, con tribus terroristas asediando territorio nacional. Una Nación con lo peor de lo peor instalados alternativamente en un gobierno u otro en las cuestiones del Estado, al menos hasta que demuestren lo contrario, al mando del estado. Una Nación moralmente destartalada, desencuadernada como un libro viejo y pisoteado, con un gobierno y gobiernos empeñados de alguna manera u otra en destruir un orden social basado en el imperio de la ley, la separación de poderes, las libertades individuales, la libertad económica y la unión y unidad nacional para reemplazarlo por otro, disolvente, destructivo y suicida, en el que todos aquellos principios y valores que la historia se ha encargado de demostrar que fortalecen, vigorizan, dinamizan y proporcionan estabilidad, riqueza, convivencia civilizada en libertad a los grupos humanos que los respetan y los practican; y son atacados en todas las esferas de la vida comunitaria, la sociedad, el esfuerzo, el mérito, el trabajo, la búsqueda de lo mejor, la excelencia, el afán de conocimiento, la eficiencia responsable en la asignación de recursos públicos, el fomento de la actividades emprendedoras reales, el cumplimiento de la palabra dada, el afecto solidario entre argentinos de toda condición, hasta las verdades biológicas más indiscutibles son puestas en cuestión por medio de leyes aberrantes que causan daño, sólo daño irreversible.
Es indispensable y casi obligatorio de la sociedad civil reaccionar y activarse para dar un aldabonazo, como en las antiguas puertas de pueblo, de advertencia a toda la clase política y sacarla de la inercia para con los ciudadanos, sacarla de esa inercia letal en la que brega en contra de la racionalidad más elemental, de la lógica política más obvia y la realidad misma.
Es indispensable dejar en claro que los partidos, o lo que queda de ellos no deben ser reemplazados por sistemas totalitarios como ciertos fascismos de izquierda por el mundo conciben en sus sueños húmedos y que predican han de cumplir su función “en articular la democracia” para los pueblos. Estamos en que lo queda de los partidos políticos, más que un mal necesario son un mal inevitable, aunque veamos que nuestra democracia se ha vuelto adúltera y se ha ido de fiesta en fiesta con lo que queda de los partidos políticos en lugar de protegerse de ellos para prevenir que la degraden. Esta soga de horca es lo que debemos evitar y para esto nuestro andamiaje institucional necesita una rigurosa y valiente revisión y autocrítica sincera y real. Es hora de intentar crear una fuerte conciencia nacional al respecto para que la democracia argentina vuelva a llevar una vida decente, lejos de obscenas tentaciones.
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