Como ya sabían los romanos, más leyes no son sinónimo de mejor convivencia, sino de más corrupción, de más opresión y de menos libertad. De agravios comparativos y de dificultad en la gestión.
El Estado Virus
Acerca de la Responsabilidad
Parece ser y de hecho lo es que asumir responsabilidades llegado el caso se ha convertido en algo innecesario. Hoy ya no se discute sobre si los seres humanos deben, o quieren, o necesitan asumir responsabilidades. Porque la responsabilidad individual se ha convertido en un anacronismo irrelevante. Y ya no son las personas las que soportan la responsabilidad, son las máquinas, las estructuras y las reglas.
Pero, máquinas, estructuras y reglas son el fruto de la acción de “algunas” personas. Son esas personas bajo cuya acción se encuentran las máquinas, las estructuras y las reglas, soportan una increíble responsabilidad. De la que huyen incansablemente.
Y veamos como ejemplo: un médico trata un número limitado de pacientes. Y, si comete errores, éstos son su responsabilidad, evidentemente es así. En un momento dado, una comisión de médicos, reunida para evitar o limitar los errores individuales de los médicos, decide desde lo mejor de sí mismos, con plena consciencia y aplicación de la ciencia, un método general y estandarizado para el tratamiento de una determinada enfermedad. Y miles de médicos deben seguir el sistema estándar de tratamiento así decidido. Por lo que un error en el método sería, pues, miles de veces más serio que el de un médico individual. ¿Y qué sucede? en ese caso, que NADIE es responsable. El médico en cuestión no lo es porque ha efectuado el tratamiento según la norma estandarizada. El gremio médico o científico gubernamental que emitió la norma tampoco y es que los gremios no son personas y carecen por ello de responsabilidad. Y pasa el tiempo y los miembros de la comisión han muerto ya, tal vez. Y si todavía viven, siempre pueden decir “Yo entonces ya estaba en contra, pero se impuso la voluntad de la mayoría”. Otro miembro dirá: “en aquella época nuestra propuesta era perfecta. Pero la ciencia ha seguido avanzando y hoy sabemos cosas que entonces no sabíamos. De todos modos no me ha sido posible, a la luz de los nuevos conocimientos, cambiar la regla”.
Y así, una vez perfeccionado el proceso de transmisión de la responsabilidad a una instancia anónima, el siguiente paso es criminalizar la asunción de responsabilidad por el individuo: un médico (por seguir con el ejemplo) puede ser criminalizado por abandonar las pautas de tratamiento recomendadas, incluso en el caso de que su actuación sirva para mejorar el estado de su paciente. Y esto es sólo un ejemplo.
Y se llega a la idea según la cual todo individuo tiene “derecho” a transmitir a instancias colectivas sus riesgos particulares, los derivados de sus actos responsables, ha contribuido a la aparición de un “ente social” cuyos mecanismos de control son infinitamente más poderosos y extendidos que los de las viejas tiranías. Esto se puede ver en cualquier paupérrimo discurso de cualquier personaje en nombre de cualquier color político en cualquier momento en el tiempo de las actuaciones del sistema político estatal. En una época las viejas dictaduras generaban mecanismos de control para proteger a la clase dominante: policía secreta, ejército, censura. Los nuevos sistemas de control protegen fundamentalmente a cada individuo de sus propios actos, o de las consecuencias de los mismos, por ejemplo la desidia, la desocupación, falta de trabajo, pobreza. La razón por la que las personas no pueden y no quieren agredir y cambiar este sistema es precisamente esa: de hacerlo, ellos serían los primeros perjudicados.
Leyes inservibles
Y así, hágase la ley y el problema estará resuelto. Así deben pensar quienes a fecha de hoy se afanan por defender la Ley, leyes y más leyes, producto sólo de sus mentes intoxicadas y pagadas con el dinero de los contribuyentes, y montañas y montañas de papeles y vaguedades, montañas de trastos inútiles, administradas obviamente por inútiles y que a base de juntar polvo y criar moho acaban por infectar el resto de las cajas en las que se guardan las cosas que realmente nos importan. Y promulgar leyes es un “trabajo” de unos y harto peligroso para la sociedad. Porque legales fueron la esclavitud, el Holocausto(1) y el Holodomor (2). Son legales muchas de las guerras que se han producido a lo largo de la Historia, y sus muertos, por tanto, ajustados a derecho. Las leyes no son garantía de nada y mucho menos de proteger la bondad o la razón. Un sistema legislativo forjado a base de intereses más o menos oscuros no puede otra cosa que promover sistemas de ordenamiento que sirvan a esos intereses. Eso del interés general es, evidentemente, como los Reyes Magos, un cuento que sólo niños y crédulos pueden tragarse.
En general, y en una forma cada vez más onerosa para los ciudadanos, el dictado de las leyes suele traer consigo consecuencias muy distintas a las que se citan en la #Exposición de Motivos”, los “Considerando que…” que acompaña a cada texto. Los impuestos no los pagan “los ricos”, sino la clase media, porque “los ricos” tienen la capacidad de pagar asesores para tributar lo menos posible. Las leyes de dependencia rara vez tienen fondos suficientes. Los impuestos al tabaco son para que no se fume y los impuestos al trabajo son para que ¿sí? Se trabaje. Las bajas laborales y sus pensiones y ayudas son un colador y las otras pensiones, las de la jubilación de todos, están quebradas y agotadas por muchos cambalaches legales que salgan y sigan saliendo del parlamento. Y leyes y leyes que son una porquería para perjudicar a los ciudadanos, que se carga la presunción de inocencia, conculca la Constitución ya mansillada en 1994, sí con la famosa “reforma de 1994” y si bien no es que motive demasiado, pero no deja de ser una ley de mayor rango y es lo que hay, y no tiene otros efectos que criminalizar a personas honradas, abrir la puerta para el abuso y regar con millones y millones de pesos, dólares, euros o lo que venga a quien sabe montarse el kiosquito de protesta, como se dice vulgarmente en ese mundo y facturar a costa de los ciudadanos y los necesitados y pobres a quienes dicen defender.
Y así, ante una ley sumamente defectuosa y claramente contraproducente se orquesta un coro y pesebre celestial encargado de defenderla, previo cobro de servicios. No importa que no exista un solo resultado medible que demuestre que sirve para algo. El fin no justifica los medios, pero si ni siquiera alcanzamos el fin, ¿se puede saber que justificación queda? Luego llega el llanto y el rechinar de dientes. Y cada vez más personas a las que les han robado y le roban la dignidad. ¿Hasta cuándo le seguirán robando la dignidad a la gente que menos puede defenderse, o casi nada, que menos tiene, que menos esperanzas tiene.? ¿Hasta cuándo?
Y suponiendo que existan, lo cual sería otro tema, no se puede poner una vela a Dios y otra al Diablo. Y si las leyes no funcionan, lo mejor es eliminarlas, o mejor aún no despilfarrar dinero ni tiempo sabiendo que sólo perjudican a la “gente” que dicen representar. Sencillo. Pero claro, de que iban a comer, vivir y disfrutar estos tipos…
El Colapso del Estado
Las condiciones de contorno que gobiernan nuestro paso por el mundo de los vivos nos pueden parecer bien o mal, bonitas o feas, pero son así, así fueron siempre y así serán, mientras el método científico no las desautorice o un meteorito nos parta la crisma y nos borre de la faz del universo. La ciencia tiene una única virtud. Es capaz de autocorregirse. El método científico exige que los paradigmas y teoremas se cumplan una y otra vez o se revisen, se corrijan o se desechen. El resto no es bueno ni malo. Simplemente es.
Y bajo esta mirada ineludible de varias dimensiones solo se puede entender el afán que muchos tienen por cambiar el mundo, se supone que para mejor, como una actitud encaminada a proveer de mejores productos o servicios y más comodidades a nuestros semejantes o por ejemplo para llevar una convivencia lo más pacífica y tranquila posible en sociedad. Pero, no son pocos los que se empeñan que cambiar el mundo intentando cambiar las condiciones de los limites en la que la propia naturaleza nos tiene incluidos. Y es ridículo, patético casi, cuando se les dice a los niños que el león es malo porque se come a la gacela o similar. Y sí, el león es peligroso porque no puede hacer otra cosa para alimentarse que cazar, pero en eso no hay atisbo de maldad. Solo un imperativo natural.
Y así de la misma manera que el león se come a la gacela porque no tiene más remedio, las personas somos hombres y mujeres, altos o bajos, más o menos guapos, y muchas otras cosas que ni la cirugía estética más profunda pueden cambiar. Y así y todo, estamos rodeados de intentos de lo contrario. Legislaciones profusas y confusas que no buscan ordenar o sistematizar la forma de resolver los conflictos que puedan aparecer si no cambiar realidades. Y esto es así, tanto da que hablemos de alguna Ley de Violencia de Género por ejemplo o como del aumento del Salario Mínimo, como de obligar a los niños en las escuelas a comer cosas que se le ocurrió a algún investigador de la nada. Y los colectivismos, el de derechas y el de izquierdas, el de arriba y el de abajo, y los estatismos a ultranza más o menos teórico, más negador de las libertades, más negador de la realidad de que el ser humano es una entidad independiente se empreña una y otra vez en negar la realidad de lo que las personas somos. Y la realidad siempre acaba por abrirse paso. Y da lo mismo de donde proceda el colectivismo, cual sea su razón de ser y cual el núcleo que comparten todos sus miembros, y el color, la forma y olor que tengan. El resto de características será tan dispar que acabará por hacer que salten las costuras de esos grupos, más temprano que tarde. Y quede a la luz que son la nada misma.
Y todos los esfuerzos de “PapáMamá Estado” van encaminados, cada vez con mayor ahínco, a crear una realidad ajena a la realidad misma. Que carriles para la bici porque sí, no importa el beneficio para el peaton-ciclista, importa la impostura o la cultura centralizada y dictada y obligada, nada más en las antípodas de la cultura. O campañas y leyes por el auto eléctrico, cuando las ratas y la desidia invaden una ciudad o leyes por el “cambio climático” antes conocido como calentamiento global, declamar y legislar, y que tampoco importa que tipo y calidad de agua potable puede beber la gente, si es que la tiene, pero eso no importa, sólo importan las leyes hechas. Y la cuestión es que la realidad es más tozuda y dura que todos ellos; más tozuda y duradera y seguirá siendo así, siendo verdad cuando todo ya no estemos vivos y sigan con sus leyes estúpidas.
Y cada vez que un estatólatra, - esto es un cultor del estado como divinidad, obvio que porque no sabe hacer otra cosa-, con carnet y credenciales y mando, ve algo que no le gusta propone legislar para cambiarlo… y “Hagamos una ley que evite”. Cómo si la ley pudiera evitar algo. La ley no impide. Por ahí acaso resarce. Si acaso. Pero ahí están ellos empeñados en cambiar la realidad a golpe de decretos, leyes, caprichos, y negocios, normas y normas y mear contra el viento como bobos, ye que pagan todos los contribuyentes, y lo peor es que les gusta. La ciencia avanza porque se autocorrige. El Estado, esos “estados” colapsarán por hacer lo contrario. Por no corregirse, por no corregir, porque no les importa. Y el Estado colapsará.
Notas:
(1).El Holocausto,también conocido en hebreo como Shoá, traducido como “La Catástrofe”, conocido en la terminología nazi como “solución final” ,en alemán, Endlösung de la “cuestión judía”, es el genocidio que tuvo lugar en Europa durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial bajo el régimen de la Alemania nazi. Los asesinatos tuvieron lugar a lo largo de todos los territorios ocupados por Alemania en Europa.
(2). El Holodomor (en ucraniano: literalmente: “matar de hambre”, también conocido como Genocidio ucraniano u Holocausto ucraniano, es el nombre atribuido a la hambruna que asoló el territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania, Kubán, Ucrania Amarilla y otras regiones de la URSS, en el contexto de la colectivización de la tierra emprendida por la URSS, durante los años de 1932-1933, en la cual habrían muerto de hambre entre 1,5 y 12 millones de personas.
Despierta, todo ha cambiado
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Despierta...
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