Este país, creemos muchos, necesita partidos y ciudadanos que se unan en torno a ideas, valores y principios a defender. No son las figuras los que mueven las naciones, son las ideas. No son hombres o mujeres porque sí, son sus actos.
El Desafío de la Ideas
Es común y casi un acto reflejo, a veces, el confundir moderación en un intercambio de ideas, un debate con una transacción de postulados, donde la “lealtad” sea un aderezo más en el caldito de la sumisión. Y ahí tenemos ya los dos primeros pasos en la conversión de una derrota perpetua. Y es que casi todos podemos contar por decenas las situaciones y las veces en las que nos hemos retirado, dejado de lado algún debate sin sentido y cansador, hastiados por la intolerancia o la cerrazón de otros y así también no entender, no comprender las ideas de otros. Por supuesto que no cabe duda, que estar siempre abierto a la reconsideración de los propios errores supone una cuestión primordial en lo que hace a la conservación de nuestra salud mental y social. Pero, también hay que tener en cuenta, ser conscientes que hay fuerzas, ideas que empujan, ideas motoras. Que esas ideas nos mueven cada mañana a abandonar la cama y emprender el día. Que esas ideas son las que nos permiten mantener la confianza en las cosas cotidianas y cuestiones positivas, en nuestra capacidad de defensa y en una incuestionable capacidad de creación. Que esas ideas a las que sólo se puede renunciar tras muy largos períodos de reflexión y raciocinio, esto es lo que quienes se ocupan de los procesos de la mente denominarían un “proceso de maduración”.
Y así vemos como los partidos políticos, distan mucho de ser partidos maduros, más allá de su recorrido temporal; y a los hechos hay que remitirse, no es tan difícil de observar. Hace un par de días, meses, ó 3 años; 5; 10; 15; 20… 70; 80 años atrás. Pero volvamos al presente, aunque tal vez sea una especie de pretérito imperfecto. Y remitámonos a lo que estamos viendo y padeciendo por estos días. Esas irresponsables, frívolas y patéticas declaraciones que vemos y escuchamos cada mañana, tarde y noche, postulados (si es que se les puede llamar así) de una volatilidad e irresponsabilidad obscenas y desvergonzadas; una falencia y ausencia total en la veracidad de lo que proclaman como “ideas” de esos “partidos” que producen escalofríos, indignación y estupefacción. Y así se va dilapidando, rifando la credibilidad, donde solo va quedando desconfianza, hartazgo, y lo que es más grave y patético, desintegración social. Un barato y pobre vodevil, valga la redundancia, adaptado a lo que por estas tierras se conoce como “la política”. Un lastimoso espectáculo al que asistimos, que invita a la mofa y al escarnio y actitudes suficientes que vemos estos días; se “saben superiores”, no por mejores, obviamente; pero… se sienten bendecidos, ganadores, por la manifiesta torpeza de sus contrincantes, que por sus propias destrezas, habilidades o inteligencia; y es bien sabido que no hay mejor forma de disfrazar las propias incapacidades que hacer chanza de la ajena. De un lado y de otro; aquí y allá.
Y así, vemos que es imposible casi defender valores de libertad y de derechos individuales, cuando todos estos se encuentran ocupados en alcanzar y ostentar un poder, que de explicar a los ciudadanos como y para que lo usarían. Espero no hayan olvidado la pasada campaña electoral. Donde la único a la vista fue y es el “voto del miedo”. Este país, creemos muchos, necesita partidos y ciudadanos que se unan en torno a ideas, valores y principios a defender. No son las figuras los que mueven las naciones, son las ideas. Nos son hombres o mujeres porque sí, son sus actos.
Cada día más, y nos es nuevo, los ciudadanos cargando con ese sentimiento de huérfanos políticos y rehenes; de un parlamento siempre al servicio del ejecutivo y no de los individuos; donde esto es tanto para un legislativo nacional, provincial o un concejo deliberante de la ciudad. Órganos legislativos, deliberativos convertidos solo en meras coartadas del ejecutivo para controlar todo lo que se pueda controlar. Un ejecutivo empeñado sólo en poder sentar su continuidad en el poder, porque sí nomas, Cada ley, cada decreto, o como le llamen, un robo más a la individualidad, un atentado al sentido de la responsabilidad, una violación a los derechos individuales. Y… nadie dice basta. No surge una propuesta o varias, desde la credibilidad, que se gane en defensa de las ideas, una reforma del sistema democrático, obsoleto, caduco, usurpado y mancillado por la ignorancia y por los intereses de los vividores de estado, “profesionales de la política” de todo pelo y color.
La potestad sobre los hijos avasallada, las decisiones sobre la educación avasalladas. Libertad de enseñanza?… bien gracias. Un monopolio educativo estatal obsoleto, solo de adoctrinamiento. Ciudadanos esquilmados que no pueden decidir cómo, cuándo, cuánto y cómo ahorran para su retiro o jubilación o como le quieran llamar. Cuánto y a quién o quienes hago parte de mis voluntades de solidaridad o caridades, si tengo ánimo y ganas? Quien defiende el derecho a ser uno quien decida si en mi local comercial se puede o no fumar, por ejemplo? Ser uno quien decida cómo han de ser de grandes las hamburguesas que quiero vender o proscribir los sándwiches de chorizo en los estadios de fútbol y sus adyacencias?, los “choripanes” una cuestión de Estado!. Ni a Stalin se le hubiera ocurrido, de una manera más estúpida y con argumentos ad hoc.
Es como si una nube, y encima tóxica, ocultara al mastodonte burocrático del estado que esclaviza y absorbe, al que hay que servir en plazos y cantidades. Una maquinaria que necesita rémoras para seguir expandiéndose y que ataca todo aquello que tenga algún dejo de individualidad, de esfuerzo, de conocimiento, méritos, Un estado que no administra, porque sólo suministra, provee, decide sobre lo que suministra y le conviene, subvenciona y pone cuotas y cotos; altera, imposibilita el desarrollo de las ideas aun antes de que se puedan plasmar en un simple boceto o proyecto. Un estado que necesita dependientes de sus dádivas y caprichos, obedientes, sumisos, clasificados por altura, todo parejos, nivelados, con títulos vaya uno a saber de sus evaluaciones, no importa el conocimiento, que sean no fumadores, bajos en colesterol y triglicéridos, socios de algún fitness club, multiculturales, asexuados y políticamente correctos. Profundamente cobardes, ladinamente conniventes y sumisos adoradores del ignorante casual al frente de algún gobiernito de turno.
Las consecuencias son inevitables
LobosMagazine 2019 LM™
EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN