Hablar de una sociedad sin principios morales es proponer que los hombres vivan juntos como criminales.
Sociedad, Principio Moral y Democracia
Puede una sociedad existir sin un Principio Moral?
Es mucha la gente que hoy día tiene la pueril noción que la sociedad puede hacer lo que le plazca; que los principios son innecesarios, que los derechos son sólo una ilusión y que la conveniencia es la guía práctica a la acción.
Por cierto, es muy real y es verdad que la sociedad puede abandonar los principios morales y convertirse en un rebaño corriendo ciegamente hacia su destrucción. Como así también es verdad que un hombre puede degollarse en cualquier momento que desee hacerlo. Pero un hombre, el ser humano, no puede hacer eso si desea sobrevivir. Por lo tanto es muy lógico y razonable decir que la sociedad no puede abandonar los principios morales y éticos si espera existir.
La sociedad
Una sociedad consiste en un gran número de personas, de seres humanos que viven juntos en el mismo país y que se relacionan entre sí. A menos que haya un código moral definido y objetivo, que esos hombres y mujeres comprendan y observen, éstos no tienen manera de tratar unos con otros, ya que ninguno puede saber lo que puede esperar de su vecino. El ser humano que no reconoce moralidad alguna es un criminal; y no puedes hacer nada al tratar con un criminal, salvo tratar de romperle el cráneo antes de que él te lo rompa a ti. No hay ningún otro lenguaje, no existen otras normas de conducta aceptadas mutuamente. Hablar de una sociedad sin principios morales es proponer que los hombres vivan juntos como criminales.
Aun hoy observamos, por cultura, por civilización, por tradición, tantos preceptos morales, que los damos por descontados y no nos damos cuenta de cuántas acciones son posibles en nuestra vida diaria, gracias a los principios morales. ¿Por qué es seguro el que se pueda entrar en una tienda atestada de gente, hacer una compra y salir de nuevo? La multitud, los que están en el mismo lugar alrededor necesitan mercancías también; toda esa gente podría fácilmente dominar a las pocas vendedoras, empleados del lugar, saquear la tienda y quitarte, arrebatarte tus bolsas así como tu billetera. ¿Por qué no lo hacen? Si no hay nada que los detenga y nada que te proteja, excepto el principio moral de tu derecho individual a la vida y a la propiedad.
No es bueno cometer el error de pensar que las multitudes se refrenan simplemente por el miedo a la policía. No habría suficientes policías en el mundo si los hombres creyeran que es correcto y práctico el saquear. Y si los hombres creyeran esto, ¿por qué los agentes de policía no podrían creerlo también? ¿Quiénes, entonces, serían los policías?
Por otra parte, además, en una sociedad colectivista el deber de la policía no es proteger tus derechos, sino violarlos.
Por cierto, entonces sería lo conveniente para la multitud saquear la tienda, si aceptamos la conveniencia del momento como una regla de acción válida y apropiada. Pero, ¿cuántas tiendas, cuántas fábricas, granjas u hogares tendríamos, y por cuánto tiempo, bajo esta norma de la conveniencia?
¿Qué sucedería entonces si descartamos la moralidad y la sustituimos por la doctrina colectivista?; una doctrina del poder ilimitado de la mayoría, si aceptamos la idea de que la mayoría puede hacer lo que le plazca, y que cualquier cosa hecha por una mayoría está bien, porque la hace una mayoría (siendo ésta la única norma del bien y el mal), ¿cómo pueden aplicar los hombres esto en la práctica a su vida real? ¿Quién es la mayoría? Con relación a cada hombre, a cada ser humano, en particular, todos los demás hombres son miembros potenciales de esa mayoría que puede destruirlo a voluntad en cualquier momento. Entonces, cada hombre y todos los hombres se convierten en enemigos; ¿cada uno tiene que temer y sospechar de todos los demás?; ¿cada uno debe tratar de robar y asesinar primero, antes de que le roben y lo asesinen a él?.
¿Cree usted que esto no es más que teoría abstracta?, pues échele una mirada a Europa, a la historia, para tener una demostración práctica. En la Rusia soviética y en la Alemania nazi, los ciudadanos privados hicieron el trabajo más detestable de la G.P.U. y de la Gestapo, espiándose unos a otros, entregando a sus propios parientes y amigos a la policía secreta y a las cámaras de tortura. Este fue el resultado en la práctica del colectivismo en teoría. Esta fue la aplicación concreta de ese depravado y vacío slogan colectivista que les parece tan altisonante a los que no piensan; eso de: “El bien común está por encima de los derechos individuales”.
Sin derechos individuales, ningún bien común es posible. Nunca.
El colectivismo, que coloca al grupo por encima del individuo y les dice a los hombres que sacrifiquen sus derechos para el bien de sus “hermanos”, acaba en una situación en la que los hombres no tienen más alternativa que temer, odiar y destruir a sus hermanos.
Paz, seguridad, prosperidad, cooperación y buena voluntad entre los hombres, todas estas cosas consideradas socialmente deseables, sólo son posibles en un sistema de libertades Individuales irrestrictas, en el que cada hombre está seguro de poder ejercer sus derechos individuales y que tiene la certeza de que la sociedad está ahí para proteger sus derechos, no para destruirlos. Entonces cada hombre sabe lo que puede o no puede hacerles a sus vecinos, y lo que sus vecinos (ya sea uno o un millón de ellos) pueden o no pueden hacerle a él. Entonces es libre de tratar con ellos como amigo y como igual. Pero igual como individuo. No igual como uno más de un rebaño irracional.
Por lo tanto sin un código moral, ninguna sociedad humana apropiada es posible.
Por lo tanto sin el reconocimiento de los derechos individuales, ningún código moral es posible.
LobosMagazine 2018