Por qué nos gobiernan indeseables? y cómo superarlo?
LOBOS, Matrix, los indeseables, … Argentina y el futuro.
El libre albedrío no es la posibilidad de elegir qué haremos, sino que posteriormente de haber elegido algo, nos plantearemos por qué elegimos lo que elegimos
Por qué nos gobiernan indeseables?, y cómo superarlo?
Hoy la sociedad se enfrenta y plantea a diario como un problema agotador diría, la situación política del país; una situación que podría ser fácilmente reconvertida, si se asume y se toma la dimensión y asumir que se trata de un proceso de transición, al que nunca se vio como tal desde 1984; que supuso un pacto tácito en la sociedad; la admisión de los partidos políticos de entonces y llegar a unas elecciones en libertad, supuestamente.
Un régimen y carácter casi administrativo de los partidos y de ese régimen de partidos se traduce en esa cosa llamada subvención estatal a los mismos, un abrevadero perpetuo y premio a su papel en ese sistema que instituye a los “partidos” en el mayor enemigo de las aspiraciones democráticas de los ciudadanos. Por qué? Pues porque al no existir principio representativo real, sino una integración de masas, que sólo pueden sentarse a contemplar como las siglas que han votado son diferentes cuando están en el poder, que fuera de él. Y se produce un quiebre entre la sociedad civil y la “sociedad política”. Sin ningún tipo de intermediación. Aunque se pregone lo contrario.
Entonces, esa cosa, de las listas cerradas, listas sábana, no es más que un ejercicio de defensa propia de los partidos y de los que viven de ello. Lo que demuestra la inexistencia de democracia.
Se elimina la participación real; los “partidos” se constituyen en los únicos agentes políticos y se separa a la sociedad civil de la sociedad política, se les concede todas las libertades (reunión, expresión, y blablá….) pero se les niega la más importante: la libertad política de elegir, controlar y deponer democráticamente a legisladores provinciales, nacionales y también concejales municipales, como también a los que se eligen para cargos ejecutivos, intendentes, gobernadores, etc. Y todo gracias a la Ley 26.571, que modifica la Ley Electoral en 2009, incluyendo las PASO, primarias abiertas simultáneas y obligatorias. Las libertades existentes pueden ser utilizadas para todo menos para constituir y renovar el poder político del Estado o para controlarlo. Todo un sistema político de pactos, exponente máximo del oportunismo social de una época; y necesita como otro instrumento para mantenerse, además de los referidos servilismo y pactismo, a la corrupción.
La política es la lucha por el poder, ninguna novedad. El poder político es una relación donde la clase gobernante manda y el colectivo gobernado obedece. Si el sujeto que obedece lucha para mandar, hace política; si el sujeto que manda lucha para seguir mandando, hace política.
Unos pocos sujetos en las cúpulas de los partidos son los que “mandan”. El resto obedece. Es la ley. Esta es la verdad observable, material y empírica, tras la mentira de que “el pueblo es soberano” difundida por la propaganda institucional de turno.
No es ningún secreto el abismo que hay entre el elector que deposita su voto en la urna y la clase política que se reparte el “poder”: los cargos políticos obedecen a las cúpulas de los partidos y no a los votantes.
En consecuencia, nadie puede negar que las cúpulas de los aparatos de los partidos sean quienes realmente mandan en este país.
Si los ciudadanos fuesen realmente quienes mandan, que hubiese una real vida y dinámica de los partidos, tendrían el poder para controlar y revocar a sus representantes políticos en cualquier momento y por cualquier causa, conociendo al detalle las gestiones de sus mandatarios con transparencia mediante una rendición constante de cuentas.
Aquí no ocurre eso, aquí no mandan los ciudadanos. Sólo pueden refrendar una lista de partido cada dos años para representantes y cada cuatro para cargos ejecutivos
Se vota cada esos dos o cuatro años a individuos y sin garantía alguna de que cumplan lo prometido, ni control ni responsabilidad alguna ante el que vota. Y peor aún, sin saber cuáles son sus ideas y propuestas. Llaman a eso “soberanía del pueblo”, llaman a eso “representación”.
El poder de renovación en todo momento, a voluntad, es una facultad connatural a la representación. En otros países sí existe representación del pueblo. En el Reino Unido, por ejemplo, a un diputado o un representante comunal pueden ser revocados sus mandatos en todo momento, y tiene la obligación de acudir una vez en la semana a su distrito de votantes. Tiene la obligación de dar la cara personalmente ante la gente que le ha puesto ahí; cada semana está obligado a mirarlos a los ojos, a la cara, a escuchar sus voces. El distrito de votantes puede echar en todo momento a su diputado o representante y pedir en todo momento que rinda cuentas de su gestión. Estas son las facultades típicas de alguien que manda; facultades de las que el ciudadano argentino carece por completo.
Los políticos deben ser servidores públicos. Personas con un cargo, una importante carga a sus hombros por la que responden personalmente ante sus jefes: los ciudadanos, el pueblo. Los políticos deben ser los trabajadores servidores de la cosa pública. En toda empresa cuando no hay jefes que supervisen a los trabajadores, la corrupción no tarda mucho en aparecer y la mayoría de éstos se tomarán licencias que no deben, no se cumplirán los trabajos; al final no se esforzarán por el bien de la empresa, e incluso, si se cuelan algunos sinvergüenzas, robarán todo lo que puedan a la empresa.
Esto ocurre en Argentina? Sí. La falta de representación es la principal causa de la insufrible corrupción que asola las instituciones y que cercena y obstaculiza a las fuerzas de la producción. Por omisión y comodidad, se está, estamos dejando algo tan importante como la gestión de nuestros destinos y nuestros recursos colectivos en manos de grupos opacos, sin razón ni criterio, sin supervisión: indeseables organizados. Bandas que, como se vota una vez cada dos y cuatro años, tienden a adueñarse de lo público como si fuese su casa particular, se protegen y se cubren entre ellos, llegando a instalarse a sus anchas, arruinándonos y viviendo a costa de los ciudadanos contribuyentes forzados a ello.
Es por esto, que queda bien claro y a la vista que estas reglas de juego, donde no hay representación ni supervisión; votadas porque hay una ley que dice que es así y punto; se está aceptando esa condición de servir a unos sujetos que no se puede controlar.
Revertir esto, dar vuelta la cosa y que sea el ciudadano el que realmente decida, es fundamental; y asumir y hacerse cargo. Que sean simples reglas de juego, donde no sólo por obligación se contribuya a mantener eso, a pagar sus sueldos a los “representantes”, electos por distritos, que se los controle y evalúe, pudiendo echarlo a la calle si es un incompetente, o meterlo entre rejas si roba, como a cualquier delincuente.
Por un momento pensar, razonar, acerca de la necesidad de revertir esas “reglas”, y que quien se dedique a la política sepa que está sometido al control y voluntad de los ciudadanos y éstos hacerse cargo de sus decisiones. Cómo se puede conseguir esto?, pues estableciendo un mandato personal por distritos de votantes que vincula jurídicamente al mandatario político que sale electo del distrito. Sin necesidad de aparatos de partidos ni afiliarse a ninguno: votando a personas, las cuales se obligan personalmente – con su integridad, honor y fortuna personal -, ante su distrito de votantes. Y así tendremos a un mandatario, representante que se deba a sus electores, se somete a ellos directamente a través de sus actos y trabajo, so pena de ser depuesto, humillado (o incluso penado) en todo momento.
Como ciudadano “común”, sin cercanía a ese sistema se ha preguntado entonces: ¿Por qué apoyas un régimen de poder donde no eres el jefe? ¿Por qué participas en un régimen donde los políticos no te sirven a ti mismo, sino a cúpulas de partido, a ellos mismos u otros intereses desconocidos? ¿Cuál es la razón de seguir apoyándolos?
No es hora de asumir responsabilidades e ir a lo importante? Hasta cuando la ignorancia seguirá entronizándose en el sistema de partidos? Cuál es el futuro que se imagina si sigue todo así?, cada vez más incompetentes, más ignorantes con poder, no deseados, pero reales, y ahí están. Nadie en la escena social, política y mediática actual cuestiona estas cosas. Los medios periodísticos menos aún, por qué será? Este debate no existe en el país. Nadie va a la esencia, al fundamento último de las reglas políticas, selladas a cal y canto con base en la Constitución del 94 y la catástrofe (una más) del 2001, el “que se vayan todos” y los pactos consecuentes desde entonces, de subsistencia de esos sujetos.
Se toma a los ciudadanos como a una masa estúpida, con un debate hoy que se centra en esa costumbre consistente en decir qué malos son los otros partidos! y qué bueno es el mío!. Nadie cuestiona más allá. Nadie cuestiona las reglas de ese juego. Todos los voceros y parásitos se quedan en la superficie de las aguas en que se forman. Por qué? Porque su modo de vida es mantenerlas estancas y que en esas aguas se sigan gestando más y más parásitos como ellos; así siguen sometiendo a los ciudadanos para que nunca ejerzan el control sobre sus gobernantes. Con el sistema de partidos es inevitable que nos gobiernen indeseables. No es un problema de algunas manzanas podridas, sino una consecuencia mecánica e inevitable del sistema en sí. Porque es imposible contradecir esto: la observación de la naturaleza humana dicta que cuando a un trabajador no se le supervisa, su dejadez y su corrupción aparecen tarde o temprano.
Así pues, en lugar de pensar en elegir a potenciales corruptos que son incontrolables cada cuatro años, cada dos o lo que sea, que van a repartirse las prebendas como hacen todos, ¿por qué no cambiar de sistema, por uno donde los corruptos puedan ser castigados ipso facto por el pueblo y sólo queden los dignos que cumplen, sometidos a la ciudadanía, que sea responsable y se haga cargo también.
A ningún partido instalado en el sistema le interesa decir la verdad: que se vote a quien se vote, bajo estas reglas, el sistema electoral de listas de partido impide que el ciudadano votante individualice las responsabilidades en personas concretas, susceptibles de ser controladas y expulsadas si no hacen bien su trabajo, y obligadas a rendir cuentas en todo momento ante sus votantes directos, estén o no afiliados a un partido (como ocurre, insistimos, en países con sistemas electorales por distritos como en Reino Unido o Francia).
Todas estas cuestiones cruciales, interesantes y profundas, están totalmente apartadas del debate público, al servicio del sistema actual. Y esto por supuesto cala en la opinión pública, y hace que la mayoría de la gente no salga del debate acotado, establecido previamente por los medios. Pruebe de hacer un ejercicio cuando hable con sus conocidos sobre la política en su ciudad, en su provincia, y cuando surja una pregunta por ej: ¿Por qué fulano ha tardado tanto en renunciar?, ¿por qué no renuncia ya?, no sería más interesante: ¿los ciudadanos podían echar a fulano? ¿el pueblo manda sobre fulano? Y si es así, ¿entonces que hace fulano en el poder? Esta clase de preguntas nunca las vemos en los periodistas de los grandes medios, ni en otros. Porque el circo sirve al poder establecido, no lo cuestiona.
Dado que en realidad no existe vínculo jurídico alguno de representación de los votantes con la clase política (esto es, que el distrito de votantes, por mayoría, pueda deponer y supervisar en todo momento a la persona en concreto que ha elegido para el cargo), sino que aquí se vota una lista de partido cada dos años, a cuyos integrantes ni conoces, ni puedes deponer o impugnar, ni siquiera controlar ni exigir cuentas, ni tienen obligación alguna de visitar a sus electores y ciudadanos cada semana y mirarlos a los ojos; la consecuencia más lógica del mundo ante esto es que nos gobiernen indeseables; en su gran mayoría. La causa es la completa ausencia de vínculo personal de representación: la inexistencia de poder del pueblo ciudadano representado sobre el cargo electo.
Sabido esto, la solución es sencilla. La manera de eliminar a los indeseables que nos gobiernan es haciendo que los electores tengan el poder. Ello es posible mediante distritos de votantes que elijan y puedan deponer en todo momento a sus representantes. Algo que ya está en otros países, como en Francia o el sistema electoral de Gran Bretaña, y que no es ninguna utopía.
Conocida mínimamente la causa del que y el por qué gobiernan indeseables y la solución al problema. Ya depende de cada uno seguir alimentando a “tus amos” y seguir participando en su juego, o por el contrario, darles la espalda.
Mientras la acción constituyente siga en manos de las cúpulas de lo que queda de los partidos y no en distritos sino en unidades de votantes (secciones electorales), será imposible cambiar de sistema. Del mismo modo que no puede esperarse que los dueños del hampa acaben con la mafia, no podemos esperar a que ningún partido acabe con la partidocracia.
Por último es de destacar que la intención de lo expresado es buscar una crítica superadora global, no individualizar casos ni ejemplos, cada quien sabrá; la de describir que este sistema inevitablemente pervierte a los gobernantes y representantes por falta de control y vínculo representativo con los electores. La “exceptio veritatis” (prueba de la verdad), permite decir que a causa de ello estamos en manos de gente indeseable, oportunistas, incompetentes. Que si hay excepciones? SÍ, por supuesto y por suerte, tal vez más de lo que usted supone y están tan solos como el ciudadano común que no está en política. No es casual el hecho de que, en las encuestas oficiales, aparezca la corrupción entre las principales causas de preocupación entre los argentinos, después del monstruoso recurrente de los niveles de inflación, desocupación e inseguridad, consecuencia también del sistema político imperante. Mientras tanto, ¿indeseables, ignorantes, incompetentes, a la orden del día decidiendo el presente y el futuro?El interrogante o la opción es: ¿Mantenerse en la zona de confort y no buscar nuevos caminos, despertar en tu cama y creer lo que quieras sencillo y cómodo?; ¿O intentar y arriesgarse al cambio real, con retos, ambiciones y desafíos; ir hasta el fondo?
J.L.S.R.
LobosMagazine 2018
www.lobosmag.com