Ante el panorama actual hay un anhelo, un mensaje: "que cambie el cambio", si es que el cambio quiere ser cambio.
Es tiempo de cambios… que cambie Cambiemos?
El tema de estos días, que ya ha alcanzado ribetes de “escándalo político”, “consternación nacional” y “preocupación internacional”, es la suba del dólar; todo esto manejado, desinformado y desvirtuado por los patéticos medios de comunicación nacionales, principalmente la chabacana y lastimosa TV argentina. Ahora bien, a los efectos de no quedarnos en las consecuencias sino de ir a las causas, intentar ofrecer una perspectiva analítica integral y poder expresarlo de la mejor manera posible, se puede dividir el tema en: aspecto económico, aspecto político, aspecto comunicacional y aspecto actitudinal.
Aspecto Económico
La economía no es una ciencia que se habla así porque sí, pero sí es posible hacer algunas apreciaciones, apelando al raciocinio. Con apreciaciones de distintos especialistas, con información y explicaciones de expertos, lo que brindan reportes e informes especializados, medios serios y algunos ámbitos académicos. Ahora, simplemente podemos exponer algunos lineamientos y pautas que ayuden a empezar a ver algo de la situación actual del país.
Y en base a esto podemos ver tres aspectos:
-Que Argentina tiene un permanente déficit fiscal
-Que el Banco Central ha estado mucho tiempo emitiendo moneda sin respaldo, lo que, según ciertos economistas, es un proceso de falsificación de dinero, y que genera la tan nociva inflación
-Que en el choque interno de posiciones económicas, la política del gabinete se mete con el criterio del Banco central.
Sobre el déficit fiscal: el país está mal acostumbrado, a vivir permanentemente endeudado, a patear para adelante las deudas, a renovarlas y a depender de las condiciones de los acreedores. Y qué pasa?: que al déficit fiscal se lo financia con emisión y deuda. Emisión y deuda, una constante. Y en lugar de ir a la raíz del problema, de afrontarlo y reducir la gigantesca estructura de gastos, no, el Estado quiere seguir gastando y se endeuda para afrontar otras deudas.
Sobre el Banco Central, de emitir y emitir sin respaldo: Las fiestas de consumo artificiales provienen de la política de inyectar liquidez en el sistema sin tener en cuenta la situación real de la economía. Y esto que es?: simple, que el dinero circulante no se corresponde con la cantidad de bienes producidos en el mercado; por eso el aumento artificial en la demanda gracias al dinero inyectado se traslada a los precios de los productos existentes, y estos precios suben y suben, y la gente, lejos de estar mejor, pierde poder adquisitivo.
Sobre avasallar al Banco Central por parte de Jefatura de Gabinete: el Banco Central, acorde a su carta orgánica, es una entidad autárquica. Entienden los economistas, los partidarios de mantener a la política a raya, que su criterio para regular el sistema financiero debería ser independiente y no subyugado a mandamientos provenientes del poder ejecutivo nacional. Esto no se cumple. Se explica que al intervenir la política del gabinete en la determinación de la tasa de interés de referencia y alterar las metas de inflación, se afectan las expectativas y la independencia del BCRA, tenemos que esto a su vez afecta la confianza del mercado en esta institución y afecta su capacidad para atenuar la inflación, y esto impacta en la demanda de dinero, entonces la gente cada vez quiere tener menos pesos en el bolsillo o en activos nominados en pesos y aumenta la tendencia a ir al dólar; esto último que hace? Que el BCRA deberá aumentar la tasa de interés para hacer más atractivos los activos en pesos, o vender dólares pero sin modificar demasiado el tipo de cambio, lo cual retroalimentaría la huida de dólares, con el problema de que pierde más reservas si no lo aumenta. Hasta acá es lo que se ha visto tal cual, estos días.
Y en el futuro qué?, pues que la mayor tasa implica mayor emisión, tirando nuevamente la pelota para adelante. Constatado en los hechos vemos: el BCRA deseaba una tasa de interés más alta que la deseada por ciertos políticos, más aun teniendo en mente el contexto internacional. Por otra parte, Estados Unidos subió su tasa de referencia (corta), por lo que resultó especialmente atractiva para los tenedores de bonos. Por lo tanto, los bonos a nivel internacional se adecuaron a ella y las tasas fueron en aumento.
La Argentina mantenía una tasa alta el año pasado, luego cambió y nunca se adecuó a la situación. La Jefatura de Gabinete, con Marcos Peña a la cabeza, presionó en diciembre para que la tasa bajara, con el propósito de “dinamizar la economía”. El famoso “”28D” (28 dic 2017). Qué pasó entonces? Que esta estrategia, en contradicción con lo que venía haciendo el BCRA, no resultó, la inflación aumentó y la intervención política sobre la entidad bancaria provocó desconfianza (lógica) en el mercado, que observaba atento una paulatina repetición de errores.
Es muy importante tener en cuenta que la seguridad jurídica de Estados Unidos no es la misma que la ofrecida por Argentina. Y esto es: por ejemplo, la tasa de largo plazo de Estados Unidos llegó a 3%, mientras que en Argentina se estableció el impuesto a la renta financiera. Se produce así toda una situación que incluye aumento en la tasa de referencia de Estados Unidos, a esto se le suma la politización de la tasa de interés en Argentina, y por si fuera poco, la pérdida de confianza en el sistema financiero nacional, y desembocó en lo sucedido la semana pasada, hubo corrida y el dólar se disparó. El país se metió en un embrollo tratando de frenar la fuga de dólares, y en el mundo financiero internacional se levantaron comentarios de alarma y desconfianza por una situación que recordaba a un pasado no tan lejano, de negaciones, de jubileo y de profunda crisis.
Y así, hasta acá, qué vemos?, qué tenemos? responsabilidad tanto del Ministerio de Hacienda como de la Jefatura de Gabinete y el Banco Central. Podríamos pensar que ante tamaña prueba de ineptitud y falta de resultados, el Estado Nacional debería elegir un camino distinto. No. En vez de reducir el gasto público para enderezar las cuentas, la Nación elige tomar deuda, colocar títulos, pedir un préstamo al FMI. No se reduce el tamaño del Estado, no se quiere ni se intenta asumir la realidad, y así continúan las deudas para sostener lo insostenible.
Aspecto Político
El gobierno ha quedado mal parado. Si ha quedado mal parado. El presidente Macri luce descolocado y no proyecta fortaleza. Ratifica el gradualismo, mensaje que no hará un recorte significativo en el corto plazo. Ratifica a los técnicos del gabinete capitaneado por Peña, mensaje de que no habrá disculpas por el error cometido, más bien un nuevo guiño de confianza. Mensajes, mensajes a la tribuna.
En los distintos medios internacionales que hasta hace poco reconocían los esfuerzos de Cambiemos por corregir lo que el kirchnerismo había dejado como pesada herencia, ahora aparecen críticas que dejan plasmada la falta de confianza.
Y así, a su vez, y ante una falta de determinación, es de esperar y va a pasar, que siga el “estado clientelar”, el estado acomodaticio, el estado asistencialista, el estado inflacionario, un estado que machaca con altos y numerosos impuestos.
Y la clase media, como siempre y una vez más, seguirá sufriendo el impacto de los precios y las restricciones al comercio, mientras la clase política seguirá sin ajustarse. Los políticos, que viven de arriba, en su gran mayoría, mantendrán sus cuotas de poder y sus altos (increíbles a veces) ingresos. El resto pagará, como siempre.
Y en cuanto a la nueva deuda qué? Que implicará nuevos intereses a cumplir por el gobierno. Que terminarán pagando futuras generaciones, como nos viene pasando desde hace décadas y décadas y décadas.
Aspecto comunicacional
Al comienzo de su ciclo, se observaba que el gobierno reconocía errores y daba marcha atrás y corregía. En cambio, ahora su comunicación está dominada por la soberbia, por soberbios. Un Jefe de Gabinete que no reconoce errores, que no dice la verdad, que echa culpas a otro lado y que quiere aparentar, aparenta, tener todo bajo control. En el cierre de la campaña presidencial de Cambiemos, que fue política y comunicacionalmente muy bueno, uno podía ponderar la actuación de Peña, jefe de campaña, como un atento y trabajador hombre de Macri. Pero Ahora corresponde criticar la actuación de Peña, Jefe de Gabinete, como un soberbio hombre de poder que está vendiendo humo.
El señor Peña insiste en hablar de “volatilidad del dólar”, como si estuviera subiendo y bajando constantemente, para no hablar bien claro de una abrupta subida del dólar, que es lo que realmente sucedió. Este vocabulario eufemístico, impreciso y manipulador, hace recordar a otro jefe de gabinete, Capitanich, y a otro presidente, Cristina Fernandez de Kirchner; no hace tanto tiempo no?, cuando por entonces se decía que no había inflación, no, “sólo es distorsión de precios relativos”.
Por supuesto que hay un vocabulario técnico que efectivamente puede ser usado en ciertos contextos, pero los mensajes vacíos y la manipulación terminológica de Peña nos hablan más de la configuración de un relato oficialista a medida que de transparentar los hechos. Y vemos, como suele suceder cuando alguien acomoda la realidad a una supuesta ideología o intereses políticos, en vez de acomodar las ideas e intereses a la realidad. En contraste a todo esto, alguien honesto pronuncia las palabras que hay que pronunciar para describir lo que sucede, por más que después tenga que remarla frente a la gente. Pero no.
Aspecto actitudinal
En cambiemos muchos actúan con soberbia, por lo tanto… y lo tienen que saber. Vemos cuando hablan con la prensa, cuando se refieren a la pérdida de algunos de sus votantes, cuando señalan a sus críticos con apodos desafortunados (lo hace desde el poder, no como ciudadanos comunes). No están escuchando, están creyendo que pueden resolver todo haciendo lo mismo. Hay un caso como ejemplo, el señor Fernando Iglesias es el otro paradigma de la soberbia comunicacional de Cambiemos. Si Peña mantiene la compostura a la hora de hablar, Iglesias la pierde cada vez más hundido en su agresividad; por ej cuando llama “liberalotes” a liberales que sinceramente quieren que el gobierno mejore el rumbo, da cuenta de ello.
En vez de buscar la enemistad, con y por las sanas críticas de liberales, deberían agradecer el aporte distinto y prestar atención.
Hay muchos, grandes y honestos intelectuales, que no son opositores golpistas, ni mucho menos que estén esperando el momento de atacar a la presa, son personas con respeto por los valores de la república, opinando y tal vez aconsejando desde su saber para que el país corrija, pueda corregir el rumbo de una vez.
Hay muchas personas en ese rumbo y con ese compromiso, académicos y técnicos preparados y haciendo un esfuerzo para mostrar a los funcionarios y de ilustrar a los ciudadanos acerca de los beneficios de la libertad y del valor del conocimiento y capacidades de cada persona.
Conclusión
Y así, ante el presente panorama, hay un anhelo, un mensaje es “que cambie el cambio”, si es que el cambio quiere ser cambio. Se hace imprescindible y necesario ir a un cambio en serio, no un “cambio leve”, ni una palabra “cambio” que esconda cosas que en definitiva son más de lo mismo.
Pero lamentablemente, muchos creen, creemos, que en estos momentos es como que le estamos hablando a la pared. Hay evidencia que demuestra que no vendrá el cambio del cambio, sino la continuación del camino elegido. Y que no habrá ajuste, habrá “Estado presente”. Y a esto lo explicaremos clasificando cuatro tipos de mentalidades en Cambiemos: 1) la mentalidad Macri; 2) la mentalidad Vidal; 3) la mentalidad Massot; 4) la mentalidad Peña.
Mentalidad Macri. Se lo nota perdido. No sabe bien como frenar la crisis, cómo encarar los problemas que lo aquejan. No se presenta un nuevo plan económico integral con reformas de fondo, siguen las improvisaciones y maniobras desacertadas sobre lo que dejó el kirchnerismo y el mantenimiento de iniciativas económicas legadas por el anterior gobierno. Ante su falta de orientación, la mentalidad Macri se recuesta sobre las directrices de la Jefatura de Gabinete, y no se despega, no hay un intento para escuchar otras voces portadoras de otras ideas. Por más que se declamen “acuerdos nacionales”, acuerdos nacionales con despilfarradores seriales?
Mentalidad Vidal. Cree fervientemente en el “Estado presente”, el eslogan que justifica todos los gastos e intervenciones gubernamentales en la economía; la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, a quien se sindica por tener la imagen más alta en Cambiemos y por sonar como posible presidenciable luego de Macri. Vidal está convencida que el asistencialismo es bueno, necesario e inamovible, que todo tiene que pasar por el estado. Palos y rosas. Esto, por supuesto, implica mayor desembolso, más cheques a cobrar por parte de dependientes rehenes del Estado a costa de los contribuyentes productivos. Se sigue esquilmando a unos para financiar la forma de vida de otros, y la incorporación de éstos últimos en la estructura burocrática aumenta.
Mentalidad Massot. Es la que sostiene con vehemencia que los legisladores cobran poco, que cobran un tercio de lo que deberían. El jefe del bloque oficialista (Pro) en la Cámara de Diputados, Nicolás Massot cree que cobrando un poco menos de lo que deberían ( y aún así cobrando mucho), y que recortando unos pocos millones en iniciativas estatales es suficiente ajuste. Se crean secretarías, dependencias, se nombran militantes ñoquis en cargos inverosímiles, no se hacen reformas estructurales, pero no seguir malgastando más alcanzaría para normalizar al país en su economía deficitaria.
Además esta mentalidad piensa que no importa si se pierden votos del sector que los votó, si con eso se ganan de otros sectores que no los han votado. Que no importa si se traiciona a la clase media que no da más y que pide el ajuste, que el Estado se ajuste, no importa si se le da la espalda a quienes sostienen al país con su esfuerzo productivo, si con esto creen que se gana el voto de los que vivían y viven de la teta del Estado, del dinero de los contribuyentes, si creen que se gana el voto de los punteros políticos (dealers políticos mejor dicho) que cambiarían los votos según el viento de sus bolsillos, que le han robado la dignidad a la gente humilde y empobrecida y las arrean a manifestar eso de: “qué asco que les da el gobierno actual”. ¿Por la posibilidad de que los voten aquellos que nunca los van a votar, vale el sacrificio de los que le dieron el voto de confianza para que el país cambiara y no dependiera de las mañas precisamente de los que nunca los van a votar?
Mentalidad Peña. Y por último, esta mentalidad, la que se opone al ajuste, al despilfarro del Estado, porque está inserta en la cabeza de una persona sedienta de poder. Ajustar significa achicar el Estado, que menos cosas y personas dependan del Estado. Un sediento de poder quiere controlar esas cosas y personas, manejar variables y extender los tentáculos del calamar para acaparar aquello que su red le reclama. Burocracia, planes, intervención, no ajuste, es lo que moviliza a tal mentalidad.
¿Suena pesimista todo esto? O cree que suena realista?. Si se mantienen los mismos funcionarios, y el mismo lineamiento gubernamental más allá de los nombres, no puede visualizarse un cambio en el corto y mediano plazo. Queda insistir para quien quiera escuchar, y no dejar de criticar. Lo único que falta, es que para apoyar a quienes no nos apoyan, nos callemos las críticas, y el silencio contribuya a solidificar la soberbia de quienes creen que solamente ellos pueden hacer las cosas bien.
LobosMagazine 2018
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