Los movimientos feministas nunca arremeten contra las mujeres que asesinan niños, tal como lo hacen contra cualquier hombre...
Las mujeres también matamos
Escribe: Cuca Casado, desde Madrid
13 abr 2018
Tuve la oportunidad el pasado mes de marzo de asistir a la Iª Jornada sobre Homicidas Múltiples Secuenciales, en la Escuela Nacional de Policía en Ávila, España. Una jornada organizada por Paz Velazco de la Fuente, abogada y criminóloga; Antonio Salas, magistrado de la Sala de los Civil del Tribunal Supremo y José Luis Martín Ovejero, abogado experto en comportamiento no verbal. Con un discurso crítico y apoyado en múltiples evidencias, los 3 ponentes profundizaron en la personalidad de los homicidas y en cuestiones tales como si los psicópatas son enfermos o delincuentes, qué tipo de depredadores son o su comportamiento no verbal, entre otros temas.
Mi sorpresa llegó en los días posteriores cuando comprobé que tan sólo un medio de comunicación se hacía eco de la ponencia de Paz Velazco (mujer, abogada, criminóloga), que había abordado entre otros temas el de las mujeres homicidas. El resto de los medios hablaba de los otros dos ponentes pero a ella apenas la mencionaban. ¿Por qué?
Una realidad innegable
Pues parece que es políticamente incorrecto hablar de la mujer como ser violento. Molesta hasta el punto que, para ocultar esta realidad, casi todos los medios silencian a una mujer como Paz Velazco, experta en la materia. Todo muy coherente.
La opinión pública siempre ha hecho caso omiso a la violencia femenina, quizá porque crea que no es un problema social tan evidente y cruento como la violencia masculina. Pero, al mismo tiempo, se genera un fuerte impacto social cuando los medios de comunicación “informan” de un suceso violento cometido presuntamente por una mujer. Provoca mayor consternación no porque sea menos común sino porque choca con el estereotipo de la mujer como ser débil y tierno, además de eterna víctima.
La mujer puede ser igual de violenta que el hombre, igual de cruel y capaz de cometer los mismos crímenes.
Ya he escrito sobre la violencia íntima de la pareja y comenté que tanto hombres como mujeres son víctimas y perpetradores, que la violencia es bidireccional. La violencia intrafamiliar es diferente a las violencias que se cometen en otros contextos, pues aquí existen relaciones emocionales. Y que pese a quien pese, la mujer puede ser igual de violenta que el hombre, igual de cruel y capaz de cometer los mismos crímenes.
Las mujeres también pueden ser asesinas
Los crímenes femeninos guardan similitudes con los masculinos y, además, presentan elementos como el rencor, la astucia o el engaño. Lo peculiar de las mujeres violentas, asesinas, es que tienden a ser más cuidadosas, precisas y metódicas que los hombres. Cabe preguntarse qué lleva a la mujer a matar.
Las mujeres violentas, asesinas, tienden a ser más cuidadosas, precisas y metódicas que los hombres.
Las motivaciones van desde el lucro, el placer y la lealtad, pasando por la búsqueda de sensaciones (poder y control) hasta motivaciones visionarias (alucinaciones y delirios). Así, nos encontramos con mujeres que inducen a terceros a matar. Encargos a sicarios; inducir a un hijo/hija menor de edad a matar a su padre. Envenenadoras; también las conocidas como “ángeles de la muerte”, esas enfermeras, auxiliares y cuidadoras que acaban con la vida de los que, se supone, debían cuidar: niños y ancianos. También recordar casos de mujeres que no aman a sus hijos: las filicidas.
¿Por qué una madre puede matar a su hijo?
Para la sociedad es incomprensible que una madre atente contra la vida de sus hijos. Como explica Estela Welldon en “Madre, virgen, puta: un estudio de la perversión femenina”, la maternidad puede ser un vehículo para que algunas mujeres ejerzan la violencia. Encuentran en el hijo la única fuente disponible tanto de nutrición emocional como de venganza y de otras motivaciones dañinas para sí mismas y para sus hijos.
La maternidad puede ser un vehículo para que algunas mujeres ejerzan la violencia.
La maternidad brinda a la mujer un control completo de la situación Por ello, el filicidio es casi exclusivamente cometido por la mujer, y es tanto más probable cuanto más pequeños sean los hijos. Eso sí, cuanto mayores son los hijos, más probable es que sea el padre quien los comete. Pero es misión imposible encontrar una lista fiable de los casos en el lugar que sea (tanto en España como Argentina). En el caso de España hasta el propio Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad afirma no tener esos datos porque sólo registran casos de menores asesinados por sus padres varones. Y esta nebulosa se repite, falta de datos, de estadísticas.
El movimiento feminista nunca arremete contra las mujeres que asesinan a niños, tal como sí hacen contra cualquier hombre.
Tanto en madres como en padres coinciden elementos de tensión vitales, problemas sociales e incluso historia de abusos y/o maltrato en sus infancias. Pero hay diferentes motivos que pueden conducir a asesinar a un hijo. Entre las motivaciones de un padre se encuentra la desesperación, por ejemplo un proceso de separación en el que se ve despojado de todo, incluso de la custodia de su hijo. Más aún cuando además recibe amenazas de ser denunciado por violencia de género. También hay hombres impulsivos y antisociales que sin motivo aparente actúan así.
Entre las motivaciones de una madre se encuentra a veces el altruismo, bien porque quiere suicidarse y considera que no puede abandonar a sus hijos, bien porque cree que sufren y que debe acabar con sus vidas. También se dan asesinatos donde no existe motivo aparente, como es el caso de las psicóticas, casos accidentales, donde el objetivo no era la muerte sino perpetuar un maltrato o negligencia y casos movidos por la venganza: para hacer sufrir al otro progenitor. Paz Velazco en su obra “Criminal-mente” añade una categoría más: “aquellas madres que, debido a la dependencia emocional que tienen hacia su nueva pareja, deciden acabar con sus hijos porque les estorban”.
Hay mujeres que parecen sensibles y tiernas pero son manipuladoras, capaces de dañar psíquica y emocionalmente
Es evidente que matar a un hijo es una de las expresiones más cruentas de la violencia femenina. Pero también hay otras mujeres que, estando plenamente integradas en la sociedad y, sin cometer crímenes horrendos, son dañinas y perjudiciales para otros. Me refiero a esas mujeres que, pasando desapercibidas, son capaces de maltratar psíquica y emocionalmente. Son encantadoras de serpientes que, a simple vista, cumplen con el estereotipo de sensibles y tiernas pero son en realidad manipuladoras, especialmente dañinas en las relaciones de pareja y en el ámbito laboral. Rechazar la existencia de unas y de otras, negar que la mujer sea violenta no ayuda a las mujeres ni a sus víctimas.
Cerrar los ojos ante la realidad no es solución
La multicasualidad de la violencia femenina hace necesario conocer los factores psico-biológicos y culturales-ambientales para poder comprender las motivaciones que conducen a las mujeres a ser violentas, incluso a llegar a matar.
Mientras que las mujeres tienen principalmente el poder en el ámbito doméstico, los hombres lo tienen en la esfera pública
Es vital entender que los poderes están distribuidos de forma diferente y no por ello desigual entre mujeres y hombres. Mientras que ellas tienen principalmente el poder en el ámbito doméstico, los hombres lo tienen en la esfera pública. Así, los abusos perpetrados por unas y por otros tienden a darse y esconderse en sus esferas de dominio. Pero invertir los roles no sería solución, pues conduciría posiblemente a una inversión de los recursos para ser violentos.
La realidad es que el resultado de esta división afecta a los individuos y a la sociedad en general. Una vez más vemos que la violencia está muy mezclada con las políticas del poder. Y me pregunto ¿qué conciencia social tenemos cuando, conociendo este problema, no hacemos nada? Si el feminismo, los medios de comunicación y los políticos obtuviesen primas por hablar de la mujer como ser violento, ¿mencionarían entonces este problema?
María de los Ángeles “Cuca” Casado, es especialista en Psicología Legal y Forense, Diplomatura en Enfermería de Urgencias, escritora y periodista. De Madrid, España. Miembro del Foro de encuentros sobre ciencia y humanismo en el Parlamento Europeo.
LobosMagazine 2018
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