El dramaturgo, actor, director y docente Rubén Szuchmacher comparte su biblioteca.
Rubén Szuchmacher nació en Buenos Aires en 1951. A los seis años ya estaba iniciando la formación que iba a convertirlo en la primera línea que aparece en la biografía de su página web: "Un artista del teatro". Es actor, director, docente, dramaturgo y gestor en artes performáticas. Se formó también en música, dirección escénica de ópera, danza, coreografía y psicología social.
Actualmente se desempeña como coordinador artístico de ELKAFKA espacio teatral. Entre sus últimos proyectos se destaca Enrique IV, segund
a parte, de William Shakespeare, estrenada en The Globe, en el marco del proyecto Globe to Globe 2012. Además, después de casi una década sin ocupar el rol de actor, volvió a hacerlo nada más y nada menos que con un unipeersonal: "Escandinavia", bajo la dirección de Lautaro Vilo.
"Cuando uno hace una obra sólo establece una relación con el público de otro orden. Uno respira con el público y la función depende de ambos", explica. Si se le pregunta cuál fue el personaje que más lo retuvo, responde que es el viudo que interpreta ahí: "A tal punto que ya voy por la cuarta temporada". Y entre los personajes que leyó y le hubiese gustado encarnar, se queda con el de El Buen Soldado Svejk, del escritor checo Jaroslav Hasek, "Bertold Bretch usó el personaje en una obra, que también me hubiera gustado actuar".
"Lo que tiene que tener un libro, espectáculo teatral o una película para que quiera quedarme en ella es que no me dé cuenta que la estoy leyendo, o que estoy en un teatro o en un cine. Quedar completamente absorbido por lo que leo o veo o escucho, sin que registre que tengo un cuerpo que hace esas acciones. Para mí esa pérdida de conciencia del propio cuerpo en relación a los libros (sean historias o ensayos, lo mismo da) es una de las mayores felicidades, dice.
"Leo con lápiz en la mano, tratando de capturar algo de lo que leo. Una costumbre de la adolescencia. Lamento haber perdido mi ejemplar de Rayuela, de Cortázar, leído a los 14 años en el que no paraba de subrayar todo aquello que me gustaba. Si lo viera ahora sería como verme en esos años. Marco, pongo notas en los márgenes, y leo varios libros a la vez".
Para esta nota, Szuchmacher eligió sus libros favoritos: "Juro que jamás lo volveré a hacer, porque elegir los libros favoritos de uno y tener que decir por qué es una tarea más difícil que poner en escena la Tetralogía Wagneriana" advierte. Así que acá va esta lista irrepetible, la ocho maravillas de su bibilioteca:
El Quijote, de Cervantes. Porque me divierte mucho y me apasiona leer ese idioma que se va construyendo.
Doktor Faustus, de Thomas Mann. Por la magnificencia de la escritura.
Teatro Completo, de Bertold Bretch. Un autor que, desde niño, fue siempre mi superhéroe. A pesar de las críticas que se le han hecho luego de la caida del muro, sigue siendo uno de los escritores más apasionantes.
Obras Completas, Tomo I de Jorge Luis Borges. Porque es quien rige la belleza del idioma de los argentinos. El teatro argentino debería abrevar en su manera de escribir (no en sus temas, por supuesto).
Historia del Siglo XX, Eric Hobsbawn. Porque siempre me apasionó la historia y Eric Hobsbawn la vuelve posible.
Cuentos Completos, de Franz Kafka, por motivos obvios.
Cuentos Completos, de Anton Chéjov, también por motivos obvios.
Hitler, de Ian Kershaw. Casi 2000 páginas de un libro fascinante.
por Valeria Tentoni