A 79 años de la histórica transmisión de Orson Welles y el Teatro Mercurio del Aire, La Guerra de los Mundos. Viajamos a New Jersey la noche del 30 de octubre. Nuestro homenaje.
Orson Wells, Juan y Raúl Alfonsín
en
Somos del Interior
por Mamón Contrera
Introducción
En la noche del 30 de octubre de 1938, Orson Welles y el Teatro Mercury realizan una transmisión de radio ofrecida por la Columbia Broadcasting System CBS, adaptando el clásico La Guerra de los Mundos de H.G. Wells a un guión de radio. Logrando instaurar una histeria colectiva en la sociedad americana de New York y New Jersey.
A 79 años de la histórica transmisión de Orson Welles. Viajamos a New Jersey la noche del 30 de octubre. A revivirlo y ver que salía. Desde aquí nuestro homenaje.
LobosMag
San Salvador de Lobos 2017
Somos del Interior
Un Cuento viralbacteriológico de Mamón Contrera
Cachorrito y yo “El Piojo”, estábamos muy aburridos. El último mes ha sido de muy poca actividad. Hace tiempo que vivimos en el estómago de Juan. Luego de los 15 de la Pocha, su sobrina, y por comer y beber todo lo que se le cruzó por su ser, nada más pasó. Nosotros dos lo acompañamos permanentemente.
Luego de una fiesta, Juan estuvo internado una semana. Fiebre. Espasmos, diarrea. Los dolores estomacales eran parecidos a un parto de trillizos, pero no dé a uno, sino todos juntos.
Cachorrito era quien más oído tenía para saber “que venía”: pollo hervido con zapallo…., consomé sin sal…, compota de ciruelas…., y así pasaban los días. Muy light, demasiado light!. El martes cayeron unas lentejas y pudimos hacer una cabeceada. También tuvimos unas rodajas de berenjenas, y…. nos armamos un sommier cada uno. Cada tanto Juan nos deleita comiéndose un moco, que la mayoría de las veces son dulces. Eso sí, el ambiente es cálido, será que todavía Juan tiene fiebre. Perdura en el interior un aroma a “flor intestinal”, tirando a jazmín. Nada de ruidos extraños y feroces. Cada tanto… un pedito mal educado, que se escapa, pero siempre siguiendo su camino.
Si esto sigue así, nuestra Misión se hará Imposible, para colmo cada tanto cae una pastilla amarilla que nos detona.
Nosotros dos, debutamos con Juan. Siempre nos tenían en veremos, todo era puro entrenamiento. A veces hacíamos algunas prácticas con el culo de un caballo, o buscábamos en el “juguito” de alguna escupidera, en el asilo. Pero lo que se dice, ser un profesional, nada.
Sin querer, un día, escalando el pico de un tereso, fuimos ingeridos por Boby, un perro. Pero nuestra estadía en su interior fue brevísima. Salimos automáticamente vomitados, tipo…. la película El Exorcista.
Juan es solterón, de unos sesenta y pico, regordete, coleccionista de aromas corporales. Siempre realiza ejercicios de ventilación, orales e intestinales.
Claro, por vivir solo. Mamita!! Cuando va a comer con sus parientes. Se empieza a hinchar, por la costumbre, vió!, no eructa, no realiza ningún acto de flatulencia.
Una vez, una vecina, que también estaba invitada a comer, estaba escondida en el placar del baño (no preguntar por qué), imprevistamente ingresa Juan, apurado, y luego de sentarse en el inodoro, agarró con todas sus fuerzas el caño de la pileta gritando Ohhhhhhhh my goooooood!. Ella fue testigo de algo parecido al despegue del APOLO 13. Espectacularrr el estruendo!!.
Juan es remisero, pero alto remisero. Maneja un Mercedes. Solamente es chofer de alta gama. Pero debido a su atracón se encuentra de licencia. Cierto día Juan recibe un llamado de su patrón. Debía sí o sí ponerse su uniforme e ir a buscar a una mansión en Pilar, a Roberto Jorge Pico Truncado, un magnate. Al cortar la comunicación, nuestro ambiente cambió, las paredes estomacales se contrajeron, empezamos a notar un cierto nerviosismo en Juan. Ya no era “el interior”, ese ambiente relajado. Dos horas después, estábamos junto a Juan en el porche de la mansión.
El mayordomo le comunica a Juan, que el señor se iba a demorar y que pase a esperarlo. Nos condujo por una puerta trasera, a una cocina. Perkins, que así se llamaba, le indica a Juan que se siente y lo invita a servirse algo de comer, mostrándole la gigantesca heladera. Y así fue como comienza el evento más importante de nuestras vidas. El Cirque du Soleil será de ahora en más, “un pis en el mar”.
Juan abre esa inmensa e inmaculada puerta de heladera, y lo que allí se ve, es un cuadro de Salvador Dalí, colores y figuras surrealistas. Atacó Juan, con una pata de pavo, mientras que con la mano izquierda, tipo pala, cavo sus dedos dentro de una ensalada rusa, huevo, mayonesa, zanahoria, alcaparras, hinojo. Soltó la pata y les dio el honor a unos langostinos con salsa golf. Se los comía como palitos salados. Ante un primer empaste, trata de acomodar los tantos, empinando una botella de champagne que estaba abierta. La cantidad de burbujas de la bebida mencionada, ocasionó un pequeño percance. Los langostinos salieron despedidos tipo misil por su nariz.
Obvio, que esto no impidió que continuara con su intervención gastronómica. Ustedes hasta ahora no se imaginan la envergadura de nuestros frágiles sentimientos, al contemplar tal bendición caída del cielo. Caía de todo. Todo bien man; pero algo sucedió. Había a un costado un gigantesco pan casero. Juan cortó dos rebanadas y comenzó a crear el más espectacular de los sándwiches. Paso a describirlo: Untado con un pan de manteca, posó dos fetas de queso sardo, jamón crudo, huevo duro, lechuga, tomate, pepino, pimienta, morrones, cebolla, un pote de kétchup, y, de un plato que se encontraba detrás de todo, tres milanesas. Juan les mandó las tres al emparedado.
Ohhhhhhhhh….. Algo huele mal en Dinamarca, - como en el Hamlet de Shakespeare --. Una de esas milanesas parecía tener un pulóver. Era pelusa verde; pero pelusa verde mal. NO LA VIÓ!. En cinco minutos el sándwich desapareció.
Luego de caer éste, Juan, al no confiar más en el champagne, se bajó media botella de coñac.
Y, hete aquí, que empezamos nuestra tarea profesional. Seleccionando, degustando, clasificando todo ese material ingerido. Había trabajo, y mucho.
Juan estaba exhausto. Casi medio en pedo y reventado por el atracón, fue anoticiado, que Pico Truncado ya se encontraba disponible para partir.
Cuando Juan llegó al Mercedes, su cliente ya se encontraba sentado detrás. Buenas noch……bruuooookk…, “dijo” juan; Pico Truncado no entendió bien lo que dio, pero saludó cortésmente,… será nórdico? Pensó.
Nuestra tarea era intensa, pero le ponemos el pecho a las balas, por algo somos “gente del interior”.
Todo bárbaro, pero a un costado, para el lado del esófago, estaba la milanesa “peluda”. Al principio estaba quieta, pero de a poco se empezó a mover. Por debajo empezaron a aparecer unos tipitos; parecían los All Blacks. En total eran como setenta y dos. De la otra punta salían unos color amarillo, tipo Los Wallabies, más o menos ciento cuatro. Y de no sé dónde, Siiii!!! Los nuestros LOS PUMAS!!, vamos carajo todavía! Ohhohohoho ohhohoho, cantaban los doscientos veinte. De algún lado cayo la pelota de rugby, y ese fue el comienzo del fin.
Al principio un scrum, un tackle, una a cargar, pero después fue una guerra campal. Todos contra todos. Se cagaban a palos. Volaban brazos, orejas, ojos. Una masacre. El lugar se volvió siniestro. El aire se hacía irrespirable. Juan, dobló en la última curva del interior del country. Sus orejas estaban moradas, bordó. El ruido estomacal se tornaba ensordecedor. El temblor de sus manos le dificultaba el manejo. Le caía una baba finita por la comisura de los labios, los ojos amarillos, el sudor, le penetró por la raya del trasero. En su interior el calor rondaba los 50 ºC, los rugbiers sobrevivientes, intentaron la huida desesperada.
Buenas noches, dijo el señor de vigilancia, agachándose para identificar al conductor (a Juan) y solicitarle el ticket de salida. Cuando Juan bajó la ventanilla y le quiso explicar a diez centímetros de la cara del guardia de vigilancia, los héroes de la contienda habían emprendido una carrera veloz hacia el exterior. El vómito fue atroz y cruel. Dio de lleno en la cara del inclinado guardia. La segunda línea que venía detrás, inundó su gorra. Los más débiles, lesionados gravemente, salieron por detrás, a pesar que Juan, por todos los medios quiso impedir su fuga, cerrando el orto. El olor nauseabundo era de una calidad ISO 9000. Pico Truncado…. Pobre Pico Truncado.
Logramos escondernos durante la batalla. Seguimos aun en el interior. Nos gusta el interior. Somos del interior.
Y como dijo Raúl Ricardo Alfonsín, “Un médico por favor”!!
Mamón Contrera 2017