Vamos… usted lo único que no debe decir nunca en público, jamás de los jamases, es decir que se siente dentro del grupo de personas que usan el sentido común… o al menos lo intenta.
Una sociedad cuanto más se aparta de su esencia verdadera, esto es: “hombres libres deciden cooperar libremente para prosperar, cada uno asume sus responsabilidades”, más difícil se hace la toma de decisiones desde la racionalidad. Y si los hombres - y estamos hablando del ser humano, el homo sapiens, comúnmente también llamado persona u hombre en el sentido de ser racional, que no distingue entre ambos sexos - pierden su libertad será por caprichos del dueño que reconocen, el que dicte las decisiones; abandonan su responsabilidad y así nadie tendrá ninguna necesidad de tomar medida alguna. Y esto no es un cuadro en blanco y negro, hay toda una gama de grises infinita y una delgada línea que no facilita discernir entre lo racional y lo irracional; así que decimos que cuanto menores son los grados de libertad y responsabilidad de cada individuo, menor será la calidad de las respuestas a cualquier situación y problema.
Y así, en las sociedades donde todo lo controla el estado, aunque no parezca, donde el único medio de cohesión es la coacción, donde las personas no tienen más alternativa que vivir con los errados resultados de las acciones irracionales, y más aún, los obligan incluso a cooperar en ellas. Y en la Argentina actual, la cohesión tiene origen, nace de la imposición, mediante amenaza de la represión violenta, producto de leyes y más leyes hechas a tal fin, violando el espíritu de la Constitución fundadora, bastardeada y manoseada muchas veces, de una legislación fiscal demencialmente penalizadora de cualquier crecimiento y progreso y de un sistema político fundamentado no en la pluralidad y división de poderes sino en el monolitismo del sistema partidocrático y la doma constante del poder judicial.
Vamos… usted lo único que no debe decir nunca en público, jamás de los jamases, es decir que se siente dentro del grupo de personas que usan el sentido común… o al menos lo intenta.
Y es así que en este proceso de adaptación a la voluntad del patronato o aliado en el poder, cobra un valor importantísimo la capacidad de no ser molesto; esa capacidad, habilidad de pasar desapercibido y no ser una molestia es tanto más importante cuanto menos significativa sea nuestra calificación profesional, de idoneidad, de aptitudes, y esto significa que lo que pueda ganar, obtener por un trabajo, no dependerá de eso, tan razonable y obvio, sino que dependerá de la opinión que otros tienen, tendrán sobre nosotros, sobre usted. Y si, lo mejor es ser “normal”. Y, de ahí que cada vez sea más sencillo para quien ostenta el poder imponer absurdas tesis consensuadas como justificación de acciones costosísimas e infructuosas. La mayoría decide no molestar, y los que “molestan” son automáticamente tachados de asociales, como mínimo. Quien crea que su opinión difiere de la “oficial” se cuidará mucho de proclamarla. Si se forma un grupo pequeño de “disidentes”, quienes puedan compartir esa opinión preferirán mantenerse en el anonimato. Es la “espiral del silencio” que describía Nölle-Naumann. Y los nacional-socialistas alemanes de esto entendían mucho.
Dándole un vistazo a la prensa de hoy y de cada día, y a los noticiarios televisivos y radiofónicos, les será fácil ver cómo los medios argentinos ya son presa de esa espiral del silencio. La existencia de grandes medios públicos facilita la homogeneización informativa y el establecimiento de los parámetros que definen la “normalidad”; Y a estos grandes le siguen y también cumplen con la premisa muchos medios ya no tan grandes pero que parasitan el poder de turno. La aparente discrepancia entre lo comunicado por los diferentes medios se diluye en cuanto eliminamos los acentos clientelistas particulares. La financiación de estos medios a través de dineros públicos hace que la calificación profesional a la hora de acceder a un puesto de trabajo o redactar una “noticia” sea secundaria a la cualidad del candidato y sus relaciones personales en el entramado político-social encargado de dirimir entre lo normal y lo inaceptable. Y tenemos que la infiltración del activismo político en los medios es tal, que solo al hipócrita se le ocurre llamar información a eso que nos sirve cada día desde sus páginas y portales. Distracción y formación de las masas son los objetivos para mantener en buen estado de salud el sistema que les da de comer.
Es así, que los profetas de la nueva unanimidad ya nos dicen lo que es bueno y lo que es malo, y estas son las categorías del mundo en que vivimos. Ya no existe lo “apropiado”, mucho menos lo “meditado”… olvídense de lo “justo”. Nos lo han puesto fácil: existen lo bueno y lo malo, punto.
Y lo bueno es: protección del medio ambiente, protección del clima, protección de la infancia y protección de la salud, que conforman los cuatro mandamientos principales. Luego también es bueno: ir a todas partes en bicicleta, poner nombre a los árboles del barrio, denostar a los católicos o los judíos, comprar siempre productos bio y/o de mercado justo, celebrar fiestas veggie y la homeopatía. ¡Ah! Y prohibir. Prohibir es muy bueno. Prohibir es fundamental, ya que las libertades individuales son indiscutiblemente obra del demonio. ¿A dónde íbamos a llegar si cada uno pudiese pensar, incluso decidir, qué es lo bueno para él? ¡Pero si todos somos unos enfermos mentales incapaces de protegernos de nosotros mismos! No, el demonio se oculta, siempre lo hizo, tras esa cosa terrible llamada libertad individual. Nosotros los humanos somos parte de un colectivo en comunión con la madre Gaia y hemos de estar eternamente agradecidos a aquellos entre nosotros que han sabido identificar el diablo que todos llevamos dentro, enseñándonos a desconfiar de nuestros bajos deseos, mostrándonos aquello que es realmente deseable para todos.
Nos encontramos con que la devaluación del amor por la verdad en favor del seguidismo de los conformes tiene consecuencias sorprendentes. Y como es más importante saber quién defiende una opinión que saber si esa opinión es correcta, perdemos la capacidad de comprobar los argumentos. Cada vez son menos las personas capaces de distinguir entre una conclusión lógica y la mera verosimilitud. Aceptamos las ideas más absurdas por el simple hecho de que nos parecen verosímiles, sin necesidad de que alguien venga y nos las explique pormenorizadamente.
Antiguamente, bajo la influencia del demonio, las personas aprendían equivocándose, y actuaban en consecuencia. Hoy, gracias a los profetas de la nueva unanimidad, las personas ya no necesitan aprender, les basta con hacer exactamente lo que las normas y prohibiciones les permiten. Ni el sentido común, ni el libre albedrío, esas dos patologías de la humanidad, son ya necesarios.
Hoy vivimos en un mundo lleno de prohibicionistas en busca de lo unánime, locos en su carrera por controlarlo todo, por ver quién inventa y aplica más leyes, más prohibiciones, más reglamentaciones y, lo que es peor, cargados cada mañana de una gran porción de miradas acusadoras y gestos de desdén para los que osan abandonar el terreno de las normas. Denunciantes vocacionales cuya meta no es el “bien común”, sino excluir al diferente, marcarlo, señalarlo, para satisfacer lo que ellos creen su ego y su sensación de pertenecer a algo. Es decir, ellos no son como esa gentuza que tiene aspiraciones de progresar en serio, tanto material como espiritualmente sin tutores estatales, que se viste como le da la gana, lee lo que le da la gana y todo lo que sea quiera hacer con lo que produce y obtiene con sus capacidades, producto de su esfuerzo. Pero no, ellos pertenecen a una de las miles, millones de minorías incomprendidas que deben ser salvadas de la desaparición para así poder salvarnos a todos los demás.
Y usted?... diría que trate de buscarse una minoría a la que adherirse, siempre hay algo, un estante donde ubicarse, y tenga cuidado si es de los que por ahí defiende las ideas de las libertades individuales y de la igualdad ante la ley, pero tenga cuidado, nunca diga en público, en este público de corral, que es usted de las personas que usa y trata de usar el sentido común, de usar la razón, que se informa y recapacita antes de hacer nada o decidir nada, antes de juzgar a lo distinto.
“Un hervidero de pensamientos
Alimento para los leones
El cerebro como un laberinto
En un nido de especulaciones
Educación para la programación
Paradigmas de armas tomar
Y danzar y dar la bienvenida
A la ceremonia de la confusión…”
LobosMagazine LM ™ 2022
EDITOR: José Luis San Román
LobosMagazine es un medio totalmente orientado al público, un espacio de libertad de opinión, análisis y debate donde los dogmas no existen, tampoco las imposiciones políticas. Garantizar esta libertad de pensamiento depende de usted, de todos los lectores.