Una sociedad con una gran crisis moral, una gran crisis de valores, y todo esto no es sólo producto de una crisis económica como muchos piensan, o como muchos se encargan de que usted piense, que es sólo una crisis económica.
Valores
Hay una ley de la naturaleza que ninguna sociedad, por compleja que sea, puede soslayar: todo beneficio se obtiene a partir de un costo. Esto que significa?, ni más ni menos, que nada es gratuito, que nada surge de la nada, que todo se genera con esfuerzo, movilizando recursos.
Y es así que en cualquier sistema, por complejo que sea, han de existir, para el mantenimiento de su estructura y función, y como contrapartida de los rendimientos que eso supone, unos trabajos y gastos energéticos. Esto se produce desde la célula hasta la sociedad. Haciendo un paralelo con lo que nos enseña la segunda ley de la termodinámica, solamente los sistemas abiertos son capaces de sobrevivir, y esto solo a costa de un trabajo incesante.
Las sociedades decadentes son aquellas en las que, tras haberse generado en sucesivas generaciones de gran trabajo, un capital, éste se destruye por parte de herederos relajados. Esto sucede en muchas familias ricas, e igual no tenemos por qué asombrarnos, en las sociedades.
Esta consecuencia de la destrucción del capital es la escasez de recursos, y esta lleva a su vez al conflicto por los mismos, lo que conduce a guerras y terremotos políticos. Durante la bonanza se van generando toda clase de instituciones superfluas. A través del mecanismo democrático, con la debida demagogia, prometiendo lo que no se puede dar, se crean Ministerios y Agencias Estatales, todo un aparato inútil y derrochador, que se convierte, conforme crece, en una pesada carga parásita para la sociedad que lo soporta. Como los miembros de estas instituciones realizan una actividad “benévola”, si bien del todo innecesaria y que no logra ninguno de los fines últimos para los que fueron creadas, tienen la sensación de ser útiles. Por otro lado obtienen su rendimientos particulares de ella y los defienden como gatos panza arriba, ¿y quién podría reprocharles que defiendan sus garbanzos?. Tienen la posibilidad de coaligarse y constituir un grupo de presión, y con ello mantener su posición indefinidamente forzando al sistema jurídico a reconocerles un estatus de intocables.
Continuando, podemos decir que para dirigir algo es preciso contar con un futuro más o menos previsible; Y a ver, pensemos un poco, ¿Cómo podría estar este gobierno en manos del hombre que no sólo es incapaz de elaborar un plan para un plazo tan irrisorio como “mil años”, sino que ni siquiera está seguro de su propio día de mañana?. Decir “este gobierno” es atemporal, que se entienda; el incapaz de turno no hace el punto central de esta nota.
Y vemos que todo depende de que el hombre sea tal como es, de que no se avergüence de querer lo que quiere y de desear lo que desea. La gente suele ser y es esclava de las ordenanzas, de las normas.
Casi siempre y a pesar de un escepticismo, siempre queda algo de superstición. Como por ejemplo esa extraña convicción de que todas las historias que en la vida ocurren tienen además un sentido, significan algo. Que la vida, con su propia historia dice algo sobre sí misma? Sí , lo dice; ¿que nos devela gradualmente alguno de sus secretos? Sí; ¿que está ante nosotros como un acertijo que es necesario resolver? Sí. Y entonces?; ¿Qué el hombre, el ser humano debe tener ante todo el valor de ser él mismo? Sí.
Los Valores
Y ahora sí; pasemos al punto en cuestión. Los valores y la educación. Una educación en valores.
Todo esto que estamos viendo, este lamentable espectáculo de “nuestra clase política” (sálvese el que pueda,… y algunos hay que podrán) y de un panorama desolador en el que nos encontramos, donde la corrupción apesta y vaya! de qué manera. Cómo no hacer un esfuerzo, probemos en hablar de educación, de lo que comúnmente llamamos educación, de los valores en educación.
Y no mirar para otro lado, como es casi normal, si es que esto es normal; ¡de dónde viene esta corrupción? ¿qué hacemos?
Todo esto que estamos viendo día a día, ¿nos puede dejar indiferentes? Es como la punta de un iceberg de una sociedad-nación… ¿formada o en formación? Lo ha pensado alguna vez? Eso de nación formada o en formación?. Una sociedad con una gran crisis moral, una gran crisis de valores, y todo esto no es sólo producto de una crisis económica como muchos piensan o como muchos se encargan de que usted piense que es sólo una crisis económica.
Estamos; vivimos en esta Argentina que necesita de una vez por todas regenerarse de arriba abajo, sin vueltas; y empezando por supuesto por quienes gobiernan o pretenden. Una sociedad ésta, que necesita transformarse, buscar y lograr una regeneración desde el punto de vista moral, que nada tiene que ver con una moralina de lo políticamente correcto -no vaya a ser que el cielo exista-, definir y afianzar en valores; tener como objetivos para empezar, en apostar por una mejor educación de una vez por todas, una educación con base en valores; sí valores.
Que no es tarea fácil… por supuesto
Hay un campo fundamental, primordial en todo esto; LA EDUCACIÓN. Una educación con firme apuesta por los valores y el talento de las personas. Educación y no mero adoctrinamiento, que ayude y enseñe a pensar y a tener criterios propios. Que no sea de un partido político, del de turno. Que sirva realmente para regenerar todo, la sociedad toda. Y esta apuesta de una educación en valores es tarea de todos. Y para esto se necesita un gran pacto por la educación; que impulse a una sociedad herida moralmente. Desde hace 90 años. Haga la cuenta.
Que los valores son “costosos”?, por supuesto, lo sabemos; por eso son valores, porque tienen valor; y es uno de los retos más importantes que hay que afrontar y no hay mucho tiempo para seguir perdiendo, al menos aparente. Ya sabemos que los valores son costosos, que por eso se llaman valores porque tienen valor, y es uno de los retos más importantes que tenemos que afrontar.
Es posible cambiar y mejorar esta sociedad que nos toca vivir? Sí; si se diseña y se piensa una educación que se atreva y sea capaz de formar y educar buenas personas, buenos ciudadanos, con valores como la honradez, honestidad, esfuerzo, solidaridad, autoconocimiento, liderazgo, creatividad, amor propio y verdades, que son sólo algunos de los valores esenciales.
Qué se necesita? De todos. Así no va más. No se puede aguantar más ni tolerar fracaso tras fracaso y al revés de todo y de todos, sólo involucionar. Y así no va más.
Una sociedad que necesita cambios, necesita esperanza y necesita cambiar y mejorar la cultura. Y por eso es tan importante la educación desde las escuelas y las familias. No desde la estupidez de modas de la victimización.
No se puede seguir en la cultura del pelotazo, del todo vale, de las verdades a medias, del relativismo, del “dale que va”. De los ignorantes gobernando. De los ignorantes viralizados, infectando los partidos políticos y la cosa pública.
Es momento ahora de que los que “nos” gobiernan tomen el toro por las astas; y si no pueden o no saben o no les interesa deben dejar paso a otras personas. Y esos otros deben hacerse cargo.
Estamos en un momento decisivo de la historia de nuestro país, estamos hartos, hartos de muchas cosas; pero el hartazgo sin hacerse cargo no sirve de nada.
Se necesitan soluciones… de todos.
Y esta tarea no es sólo de los políticos. Obviamente hablamos de los buenos políticos, los pocos que hay. Y también de toda la sociedad. Requiere esfuerzo?, SÍ. Requiere valores morales sólidos?, SÍ. Es un proceso lento?, SÍ. Pero es la única manera de poder, de intentar salir de esta situación lamentable, patética, vergonzosa, retrógrada en la que nos encontramos.
Necesitamos mejorar la educación para tener un modelo basado en valores y que además de tener buenos profesionales, se necesitan también y es primordial, buenas personas, buenos ciudadanos, que tanta falta nos está haciendo. Y tener en claro y sin miedos que ser bueno no significa ser tonto. Hartos! Pero nada es imposible.
LobosMagazine 2018
“Cuna de Caín y guerra civil
Entre hermanos de la mano
Nos hacemos daño
Siempre que nos encontramos
El exilio es mejor
Que nuestra prisión
De mediocridad y vulgaridad
De envidias e ingratos
Juegos de villanos…”
EDITOR: JOSÉ LUIS SAN ROMÁN