53º Coloquio IDEA. Uno de los paneles de la jornada del jueves 12 tuvo como expositores a Roberto Bisang de la Universidad de Buenos Aires; Martín Tetaz de la Universidad de La Plata y Javier Finkman de HSBC Argentina. Panel que tenía cono eje ideas y conceptos sobre la integración al nuevo mundo.
El desafió de subirnos al mundo
Argentina es una economía cerrada. Lo demuestran diversas variables. Exporta e importa poco. Su participación en el comercio global es ínfima, y además, su canasta exportadora está concentrada en pocos destinos, productos y players. Como si se resistiera, y vaya si lo hizo, a integrarse a un mundo cada vez más globalizado e integrada. Como si le diera la espalda y apostara a vivir con lo suyo propio, a lo mercantilista. Cambiar eso, lógicamente, no será cuestión de tocar botones o legalizar por DNU la apertura, sino ir cambiando un chip, más cultural, sobre los beneficios (y riesgos, obvio) que entraña la integración, un cambio que el Gobierno de Cambiemos quiere y fuerza para recorrer. “Para producir heladeras argentinas necesitamos importar desde Corea las máquinas para hacerlas”, dio como ejemplo ayer, Marcos Peña.
Uno de los paneles de ayer jueves por la mañana, que contó con la presencia de Roberto Bisang (UBA), Martín Tetaz (UNLP) y Javier Finkman (HSBC Argentina) se abocó a eso: “El desafío de subirnos al mundo”, fue el lema general de las ponencias.
Inició Finkman señalando que “subirse al mundo no es fácil y es un éxito de pocos”. En rigor, son muy pocos los países que han dado un salto hacia el desarrollo o cuanto menos han emprendido procesos de crecimiento acelerado: China, Corea del Sur, India, Indonesia, Polonia y Tailandia.
Según Finkman, estamos en una postración, dejando atrás el proceso de desactivar la bomba económica, heredada del kirchnerismo, sin que explote. Sin embargo, luego de una etapa de reformas e hitos rápidos, el ritmo de reformas se volvió más lento.
Aun así, ese ritmo parece ser adecuado, cuanto menos para la sociedad: “Las elecciones le dieron alguna razón al gobierno así como el segundo semestre tardío”, dijo.
A la hora de pensar en integración, Finkman aludió sobre un tema que, si no es todo, casi: el dólar. “Tenemos un dólar barato y si bien no es la única cuestión que importa es importante” dijo. Tal vez una de las pocas críticas que se escuchó hasta ahora en el 53º Coloquio de IDEA. Prueba de eso, dijo, es que “la cuenta corriente se está deteriorando, y rápido”
Sobre una de las polémicas de los últimos días fogoneada por Cavallo y Cristina Fernández, dijo Finkman “No puedo estar más en desacuerdo en comparar esto con los 90´ “. Las diferencias, son tres: la red de protección social y no usar el empleo como variable de ajuste; el hecho de que en los 90´fueron un programa de shock “y esto es gradualismo”, y además tampoco hay descalce de monedas, y eso hace el país más resiliente a una eventual devaluación y por último lo más importante: la flotación cambiaria diferencia nítida con el tipo de cambio fijo que impuso la convertibilidad.
También advirtió “hoy usamos mucho ahorro externo en forma de deuda y poco en forma de inversión extranjera directa IED, y lo graficó diciendo que recibimos 10% de la IED que recibe Brasil, “y eso nos hace más vulnerables a cambios en el humor internacional”
Por su parte Martín Tetaz pidió reflexionar y lanzó para el público una serie de preguntas “Pensemos todos como viene el mundo en los próximos veinte años “dijo, ¿Cómo va a ser la estructura de derechos de propiedad en el nuevo capitalismo? ¿Qué impacto producirá la descentralización de la producción con las impresoras 3D? ¿Cómo van a ser las relaciones laborales y el empleo en la disrupción? ¿Cómo se van a estructurar las ciudades? ¿Cómo se van a hacer las transacciones cuando el Estado pierda el monopolio del dinero? ¿Qué impacto distributivo va a tener la nueva economía? ¿Cuál es el límite ecológico de la disrupción y con qué vivirán los países que viven del petróleo? Y, por último ¿se viene el fin del homo sapiens y viene el reemplazo por la inteligencia artificial?
Al final, al turno de Bisang, éste dijo “para que Argentina crezca a tasas inclusivas, no puede quedar afuera del mundo y, si queremos cambiar la forma de insertarnos, hay que cambiar la estructura productiva, “y no sólo el tipo de cambio”.
Hay que sumarse a las cadenas globales de valor porque las partes y piezas ganan ponderación en el comercio global, dijo. “Ese nuevo mundo es un blanco móvil”, agregó, aludiendo a los cambios acelerados y sugirió, más que ser el granero o supermercado del mundo, ser la biofábrica global porque “el agro dejó de ser sinónimo de alimentos”. “El desafío, (concluyó) es ingresar a la autopista mundial.”